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El Puerto

Aguado y Ortega: tiempos para la lírica (a pesar del ganado o presidentes)

Los diestros sevillanos suman una oreja cada uno; el presidente le roba la Puerta Grande a Aguado

Aguado y Ortega: tiempos para la lírica (a pesar del ganado o presidentes) Circuitos Taurinos

El sofocón se repartía a partes iguales con la preocupación del levante que cuando hablamos de una plaza de toros son palabras mayores. Todo ello en el batiburrillo de la cornada de Morante en Pontevedra, que estaba cantada porque torear de esa forma tan pura y no salirse de los toros tiene un coste. Sumado a la polémica de Roca Rey y el cigarrero de la que mucho se habla en los círculos taurinos. Ha trascendido la frase de Roca Rey que inquirió al de La Puebla un “Maestro, fúmate un purito despacito”. Respuesta a cuando el torero sevillano le hizo alusión a cómo se hacían las cosas “en este país”. Todo esto instantes antes de que saliera el toro de Roca. Fue entonces cuando Andrés le dijo que con su país no se metiera y aludió a que fumara tranquilo. De una manera u otra, Roca Rey citó a Morante sin gente de por medio a resolver sus problemas y ya en el momento del éxito y en la misma Puerta Grande paró para que fuera el “maestro” el que saliera por delante.

Sin polémicas y con otros desafíos, Aguado necesitó muy poco para hacerlo bonito. Corto y para adelante con los sentimientos. “El torero que te emocione es tu torero”, le decía un padre a un hijo. Algo así es esta película de difícil explicación. Pablo requirió una faena condensada. Bonita. Acompañada. Torera. Perturbada a veces por el levante y sostenida por el deleite de una torería que tiene por la gracia de Dios. La movilidad del toro (y nobleza), con ese puntito de picante, encontró en la soberana muleta de Pablo la receta del tiempo y el momento para, tras la estocada, robarnos el corazón y un trofeo sin apenas habernos dado cuenta.

Un lío montó Iván García con los palos en el cuarto. Después la movilidad del toro no acabó de definirse en la muleta de Aguado y tiró de oficio el sevillano para salir airoso del trance.

Manseó ya de salida todo lo que quiso el sexto, pero cuando Aguado pudo retenerlo en la muleta tuvo belleza y mucha expresión. No se lo puso fácil. Costó sacarle cada muletazo y la suerte suprema un desafío a la habilidad que resolvió con franca claridad de ideas. La oreja estaba ganada y la Puerta Grande abierta. Todos lo vieron. Y lo pidieron. Menos el presidente. Esa soberbia que no se entiende.

Lote de Ortega

Ortega, en un precioso muletazo, en El PuertoCircuitos Taurinos

Juan Ortega no tuvo demasiada suerte con un primero noble, pero que fue a menos. Dibujó Juan muletazos de buen trazo, pero la cosa se diluyó. Más informal resultó un tercero derrotón que Ortega intentó ahormar y mató de una estocada arriba.

Sí crujió El Puerto cuando Ortega paró a la verónica al quinto. Había suavidad y había toreo. Cadencia y belleza. También en las chicuelinas al paso, detenidas, ralentizadas, armonizadas. Película buena esta. La colada en el comienzo de faena fue brutal. Se paró el toro después y Ortega quiso hacer la magia de llevarlo una cuarta más de lo que el animal quería. (Eso sí llevaba en la embestida toda la clase del mundo) Hizo el toreo tan despacio, aguantó en esos tiempos las paraditas, y toda esa diatriba ocurría en los tiempos en los que se define la nostalgia de lo bueno. De ahí la belleza y el mérito. Faltó contundencia con la espada para premio mayor. Tuvimos un baño de torería toda la tarde. No nos ocurre siempre. Y eso que vivimos buenos tiempos para la lírica.

Ficha del festejo

Toros de La Ventana del Puerto, el 1, y Puerto de San Lorenzo. Dos tercios de entrada. El 1, noble y a menos; 2, con movilidad y repetición; 3, derrotón; 4, movilidad sin acabar de definir; 5, a la espera pero con clase; 6, manso.

Juan Ortega, de verde y oro, pinchazo, estocada, dos descabellos (saludos); estocada (saludos); pinchazo hondo, descabello (oreja)

Aguado, de buganvilla y oro, estocada (oreja); pinchazo, pinchazo hondo (saludos);estocada (vuelta tras petición).