
Controversia
Daniel Guzmán desata la polémica: dice que los toros están acabados pero calla sobre su cine subvencionado
El actor vuelve a lanzar ataques contra la tauromaquia con argumentos débiles y una notable falta de autocrítica sobre los privilegios de su propio sector

Daniel Guzmán ha vuelto a incendiar las redes con unas declaraciones que, más que polémicas, resultan inconsistentes y oportunistas. Durante su aparición en el podcast "Animales Humanos", el actor y director arremetió contra la tauromaquia asegurando que “las corridas de toros solo existen por las subvenciones” y que están "obsoletas". Curiosamente, el intérprete omitió cualquier mención a las cuantiosas ayudas públicas que recibe la industria del cine, sector al que pertenece y del que él mismo se ha beneficiado.
Guzmán, recordado por su papel en "Aquí no hay quien viva", aprovechó la promoción de su nueva película "La deuda" para cargar contra una de las expresiones culturales más antiguas y arraigadas de España. Aseguró que las corridas de toros "forman parte de un pasado que ya no tiene sentido" y que "las plazas están vacías", repitiendo un discurso animalista que desconoce la realidad del toreo actual y que confunde deseo con hechos.
En un alarde de contradicción, el actor afirmó con total convencimiento que “el cine no está subvencionado, pero los toros sí”, una afirmación que no solo es falsa, sino que raya el cinismo. ¿Acaso no ha recibido él mismo financiación pública para sus producciones? ¿En qué mundo paralelo vive Daniel Guzmán para negar algo tan evidente?
El director parece más interesado en ganarse el aplauso fácil de ciertos sectores ideologizados que en mantener un mínimo de coherencia. No duda en despreciar el toreo —sin conocer su impacto cultural, social y económico— mientras ignora el respaldo institucional que sostiene al cine español, donde muchas veces el público brilla por su ausencia, algo que, precisamente, contradice lo que ha pasado en la temporada 2025, en la que las plazas se han llenado y la afición se ha renovado a lo largo y ancho del país.
Lo más llamativo no es su postura animalista, perfectamente legítima, sino el sesgo con el que la expone: parcial, dogmático y con la moral selectiva tan típica del activismo de sofá. Su discurso no apunta a un debate constructivo, sino a la cancelación simbólica de una parte esencial de nuestra cultura. Y eso, viniendo de alguien que vive de contar historias, suena bastante paradójico.
La tauromaquia no necesita ser defendida con subvenciones, sino con verdad. Y la verdad, guste o no a Daniel Guzmán, es que el toreo sigue vivo, con sus luces y sombras, porque conecta con una identidad, una emoción y un arte que ningún guion ni declaración incendiaria puede borrar. Aunque algunos insistan en convertirla en blanco fácil para promocionar su próxima película.
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