Setmana de Bous
Una oreja que sabe a poco
Se olvidaron en el palco de ordenar un minuto de silencio en una fecha tan señalada como el 26 de septiembre, y se olvidaron de un nombre tan glorioso como el de Paquirri, que dejó su vida en un ruedo tal día como hoy, en 1984. Tampoco nadie se acordó de un novillero local, que el día anterior había salido a hombros, para cubrir la baja del heridoJulio Norte. Esa vacante fue ocupada finalmente por Julio Méndez, que sí supo sacar rédito de esta sustitución y paseó la única oreja de la tarde, perdiendo la puerta grande al hacerse un lío con los estoques para acabar con su primero.
Se lidió un encierro de San Isidro, ganadería debutante en la feria, que echó dos novillos —primero y segundo— muy justos de presencia, chicos y comodísimos, y otros dos con mucho más cuajo y seriedad y, además, de mucho mejor comportamiento. Fue con el cuarto cuando Méndez logró su triunfo, luciéndose al torear de capa a un novillo que embistió con prontitud y fijeza, y al que toreó muy asentado y sereno, ligando en redondo con temple y empaque, llevando muy toreado a su oponente y aguantando con valentía las dudas de última hora de un ejemplar al que dejó crudo en varas pero exprimió en el último tercio.
Anduvo muy dispuesto con su más terciado primero, que colaboró poco y dobló ya en el inicio del trasteo. Le fue dando confianza el novillero y supo acoplarse a la velocidad y al ritmo que pedía el de San Isidro, desperdiciando lo hecho con la muleta al fallar mucho más de la cuenta con la espada.
Mal picado y rajado ya en banderillas, el primero de la tarde, aunque con pocas opciones, acabó por dejarse, sacando Martín Morilla un trasteo sin continuidad ni conexión en su estructura.
No se acabó de acoplar con el mucho más serio tercero, al que dejó que le dieran un palizón en varas, sin mando ni sometimiento, y permitiendo que el novillo se fuese poniendo cada vez más a la defensiva.