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Emblemas de la españolidad (IV)

Torrente, el pícaro más cañí

Santiago Segura ha conseguido que un personaje que alardea de ser facha y que menosprecia a las mujeres se convierta, paradójicamente, en una dura crítica

Torrente, el pícaro más cañí X

La genialidad de Santiago Segura ha sido hacer de Torrente la imagen del pícaro posmoderno. El personaje parece surgido de la España Imperial, la del Buscón y el Lazarillo; la de Franco y la Falange. Torrente compila en su oronda figura lo mas despreciable del alma española desde el punto de vista de un progre: ser de derecha extrema, nostálgico del franquismo y que enarbole la rojigualda como signo de la España facha que denosta la izquierda cañí.

En realidad, todo esta exhibición de una españolidad rancia y periclitada, que a mediados de los años 90 era ya tan residual como ahora, funciona críticamente por antítesis: Torrente alardea de ser un facha, cuando en verdad representa, por contraposición, todo lo contrario. Menosprecia a las mujeres, a las que considera objetos sexuales y pilinguis, se burla de los gays y es tan xenófobo que el espectador puede reírle las gracias porque sabe que es pura hipérbole crítica.

Debido a esa misma antítesis, el personaje interpretado por Santiago Segura se han fusionado hasta el punto con Torrente que lo ha redimido: los espectadores saben que Santiago Segura es Torrente: el avatar sucio y grasiento de su autor.

Por eso Torrente cae simpático, a pesar de los mugrosos decorados, de su alma despreciable, sus comentarios asquerosos y el escuadrón de friquis disfuncionales que le rodean en las pelis y lo admiran por ser el Bruce Willis fondón de las pelis de acción. Es el retrato caricaturesco del pícaro, la alegoría de una realidad española atemporal.

Cuna del friquismo

Para millones de espectadores, es la metáfora más acabada del mundillo de friquis que pululaba por los realities televisivos: La Veneno, Tamara/Yurena y sus Danteses, y los de «Supervivientes» y «First Dates». La España real alucinante que Santiago Segura conoce de primera mano por haber sido guionista de «Esta noche cruzamos el Mississippi» (1996), cuna natal del friquismo ilustrado y la telebasura.

Pero la paradoja de este submundo protagonizado por un pícaro «fascista, machista, racista y alcohólico», como lo definió su director, ha sido descubrir que Torrente sigue vivo en la España actual, modelo que se anticipa a la fachosfera, como el «Buitre Buitaker», falangista y drogadicto, que junto a la banda de inútiles y pajilleros que siguen a Torrente son la realidad virtual mimética de la realidad torcida de los componentes de la «banda del Peugeot». Los cuatro cuatreros de Pedro Saunas: Sánchez, Ábalos, Koldo y Santos Cerdán.

Entre la larga nómina de ladrones y aprovechateguis del Presupuesto Público, hoy Púbico, resplandece Begoña, la parienta que dirigía las saunas y prostibularios de su padre, financiador de la campaña a Presidente de su yerno. Ah, y el pianista de San Petersburgo y el Tito Berni, Leyre, la Fontanera, Pachi Nadie, Marichusmilla y Oscargután.

Con esta banda robando a calzón quitado y juergueándose nuestros ahorros en las fiestuquis de Ábalos en los Paradores Nacionales, era el mismo Ábalos quien los nutría de farlopa y furgonas de putas especializadas en hacerles el helicóptero a los puteros de Sánchez. Asuntos que la UCO investiga y filtra a la prensa libre, mientras que el ENOS, Equipo Nacional de Opinión Sincronizada, esparce bulos con la máquina del fango para que la banda a la fuga no parezca tan corrupta como la de Felipe Gonzalez.

Y estando en esas, ¿puede extrañarle a alguien que los fans de Torrente, ante la desmesura de esa reata de políticos friquis, le rueguen a Santiago Segura que los inmortalice en «Torrente Presidente»? A los requerimientos de media España, Santiago Segura ha contestado: «La realidad de nuestro país, en especial la política, ha alcanzado tal punto de absurdo que es casi imposible superarlo en una película: Qué voy a hacer más graciosa que esto».

Tanto se parecen los cutre personajes de Torrente a la banda de «El galgo de Paiporta» que, satirizados por la prensa y ridiculizados en memes, son caricaturas del Sainete Nacional.

Visto en perspectiva, pareciera que los de la Costra Nostra anduvieran como zombis de fentanilo en busca de un autor, que ademas de inmortalizarlos en bronce los eternice como entes de ficción. Quizá así se rediman, como Torrente, asumiendo que son basurilla humana chapoteando en el lodazal de la corrupción política, económica y moral. Lo paradójico de Torrente, imagen del facherío y, sobre todo, emblema posmoderno de la españolidad, es que represente hoy mejor que nadie la ladronera del Partido Socialista Obrero Español.