Fútbol
CFR Cluj - Sevilla, dieciseisavos de final de la Europa League
Sevilla visita al Cluj en la ida de los dieciseisavos de final de Europa League
Ni muchísimo menos está curado el Sevilla a pesar de que se trae de Rumanía un resultado que le permite encarar con mucho optimismo la vuelta de los dieciseisavos de la Liga Europa. Pero es que no es admisible la hora de fútbol que perpetraron los de Julen Lopetegui en el campo del Cluj, un adversario de escaso nivel, aunque las condiciones ambientales proporcionen alguna coartada, que zarandeó a que se proclama «rey» de la competición.
Que el Sevilla anda mal, incluso horrible, no lo puede negar ni el más optimista de los hinchas nervionenses. Lopetegui, visto el frío reinante en Transilvania y la dureza del terreno de juego, quiso parapetarse con tres centrales, para lo que usó a Gudelj como líbero entre Koundé y Fernando. Eso evitó, al menos, la verbena defensiva, que era a lo máximo que podía aspirar con el estado comatoso que presenta su sector ofensivo. Transcurren larguísimos periodos en los partidos sin que se tengan noticias del ataque sevillista. En el feudo del Cluj, concretamente toda una primera parte, saldada en esta faceta con un centro de Navas al que De Jong podría haber llegado.
Sobre la media hora, el holandés desvió con la espuela un disparo de Joan Jordán y el balón rozó el travesaño pero conferirle voluntariedad a ese rebote sería demasiado generoso. Después de 45 minutos de nada, la cosa empeoró en un arranque del segundo periodo en el que el balón rondó durante un buen rato el área de Vaclik, amenazado por una falta al borde del área botada por Paun, primero, y ejecutado enseguida por Deac de penalti señalado por manos de Koundé.
Aguijoneado, quiso reaccionar el Sevilla. Marcador obligaba. A Joan Jordán le fue anulado justamente un gol por fuera de juego de Ocampos, aunque la acción fue un aviso de que las alas sevillistas, hasta entonces con plomo, comenzaban a desplegarse. Los minutos, sin embargo, se desgranaban sin que Arlauskis, el portero local, se manchase las calzonas, de modo que Lopetegui rompió una de sus reglas de oro para asociar a dos delanteros. En-Nesyri suplió a un infame Navas, lo que al menos poblaba el área local con dos amenazas, por más que el marroquí y De Jong parezcan cuchillos de punta roma, atracadores de Carnaval con pistolas de cartón.
Su escasa peligrosidad quedó patente en un centro de Koundé, magníficos sus minutos como lateral diestro, al que no llegaron ni uno ni otro. En la acción siguiente, no obstante, se redimieron. El ardillesco Rony Lopes, revulsivo a la desesperada que sacó Lopetegui, ensayó un tiro aventurado que murió en pies de De Jong quien, frío y generoso, cedió para que En-Nesyri empartase a placer. Quedaban diez minutos largos que el Sevilla quiso aprovechar para liquidar la eliminatoria, ya que el Cluj se encerró presa del pánico, pero la única ocasión, un disparo muy duro de Rony Lopes, fue conjurada por una buena para del cancerbero local. La victoria hubiese sido un premio excesivo para un equipo que sigue sin dar síntoma alguno de grandeza.
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