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Fútbol

La noche más triste del Real Madrid de La Quinta

Hace 32 años, la gran generación de la cantera blanca vivió su desilusión más involvidable

El once habitual del Castilla en la temporada en la que nació la denominada Quinta del Buitre
El once habitual del Castilla en la temporada en la que nació la denominada Quinta del Buitrelarazon

Hace 32 años, el Real Madrid de La Quinta del Buitre comenzó a apagarse. Fue como darse contra un muro, contra Van Breukelen, los palos, la mala suerte y la maldición de la Copa de Europa. Fue en el partido de vuelta, después de que en la ida de la semifina se empatase a uno. Era el mejor momento de la Quinta del Buitre, que dominaba sin oposición en LaLiga y que había acompañado al país en una regeneración.

Butragueño, Míchel, Sanchís, Martín Vázquez y en menor medida Pardeza, simbolizaban una nueva imagen y nuevo tipo de fútbol, alejado de la raza y del empujen. Eran técnicos, eran felices y jugaban como los ángeles al fútbol.

Pero Europa se les atragantó. Nunca estuvieron más cerca que en ese partido de vuelta en Holanda, en el campo del PSV.

Pero no hubo manera. El Real Madrid lo intentó de todas las maneras, pero el PSV sabía que el gol marcado en el Santiago Bernabéu era media vida. Si sabían defenderlo, era la vida entera. Durante estos 32 años la sensación ha sido que ese Real Madrid era superior al PSV y al resto de equipos europeos, pero que la suerte no le acompañó. No hubo goles y después la Quinta de los machos y la del Buitre lloraron en el vestuario como no lo habían hecho nunca. Sabían que habían tenido el triunfo en la punta de los dedos.

No sabían que no lo iban a tener nunca más. En la siguiente temporada, todo cambió en Europa. De repente, el Real Madrid de la Quinta del Buitre, el del fútbol delicioso, descubrió que un año, el fútbol había evolucionado cientos. Que el futuro había llegado y ellos no se habían dando cuenta: el Milan de Sacchi y Baresi y Ancelotti y Gullit, el equipo que adelantaba la línea del fuera de juego y que hacía la vida imposible a los rivales.

El empate de Holanda fue la desilusión para una generación de futbolistas y de aficionados. También era un prólogo de lo que ocurrió después, ese 5-0 en Milán, esa largo adiós.