Champions
Atalanta-Real Madrid (0-1): Mendy, el héroe inesperado en Champions
Un disparo del lateral da ventaja al Real Madrid ante los italianos, con diez durante 70 minutos por la expulsión de Freuler en otra acción protagonizada por el defensa madridista
Los héroes inesperados son los mejores. Y Mendy es ya uno de ellos en esta larga y extraña temporada en el Real Madrid. Estuvo en las dos jugadas decisivas de un partido más bien plano y que si se decantó para los españoles fue por el papel del lateral francés. Hizo lo que hacía Marcelo no hace muchos años: ganar partidos. Claro que con otro estilo: es más tosco, pero más seguro. Mendy forzó la expulsión que planteó otro encuentro y fue el que marcó el tanto al final, que pone la eliminatoria muy cerca del Real Madrid. Mendy, un futbolista fuerte, atlético y que a veces hace cosas sospechosas con la pelota. Le pegó con la derecha, de rosca, cuando nadie más encontraba los caminos.
El plan era que no pasasen muchas cosas en Bérgamo y que las pocas que sucediesen fuesen buenas para el Real Madrid. Le salió redondo a Zidane su plan, un entrenador al que se le ataca diciendo que los éxitos que ha conseguido son más asunto del azar que de su capacidad. No hay modo de sostener esa teoría en un debate serio, pero claro, quién debate en serio en estos días. El caso es que Zidane es ya una leyenda en los banquillos y el caso es que, además, tiene suerte. Cuando el partido estaba desesperezándose, el árbitro expulsó a Freuler por esa entrada a un Mendy que llegaba al área y poco después se lesionó Zapata. El prólogo del encuentro se había escrito con los goles que marcaba la Atalanta y su fútbol de ataque. El partido de verdad contó el intento del equipo local de acabarlo con el marcador a cero y jugársela en la vuelta en Madrid. Casi le sale bien: había tapado el fútbol de Modric y Kroos, no encontraba contra qué pegarse Mariano y Asensio se fue de puntillas, sin dejar una huella. Pero no esperaba la Atalanta a Mendy.
Fue un partido sin ritmo y algo tedioso. La expulsión y lesión de Zapata podían haber encendido una chispa, apretado un gatillo, pero no salió ninguna luz. La Atalanta, porque cambió de planes y se puso a pensar que el empate a cero era el mejor resultado posible con tantos minutos con un futbolista menos. Y el Real Madrid, porque le cuesta tanto crear ocasiones que los partidos se le hacen muy largos y aburridos. Vinicius era el único que hacía algo distinto, que ponía otra velocidad, pero fue el primer cambio de Zidane cuando entendió que no iba a ningún sitio con un once sin delantero centro.
El entrenador esperó hasta bien entrado el segundo tiempo para buscar otra cosa, pese a que el plan inicial le servía para controlar el encuentro, no para ganarlo. Y con un jugador más, lo que necesitaba era la victoria. El empate a cero ya no era tan bueno para el Madrid porque las dos acciones del principio le abrían una oportunidad de oro para ponerse con ventaja para la vuelta en marzo. No la dejó pasar.
Con Isco en vez de Mariano, sorprendía Zidane y mandaba un mensaje: había que tener el balón antes que buscar la portería. El centrocampista era un media punta o eso que se llama falso nueve. Pasó de no ser ni el primer cambio en otros encuentros, cuando sus compañeros de banquillo eran todos del filial, a ser titular en un día clave. Pidió la pelota Isco, dejó un pase sensacional a Vinicius, pero su ritmo es su ritmo. No es una situación circunstancial, de fuera de forma, es que Isco ya juega así.
El Madrid tuvo el dominio absoluto del encuentro, doblando la posesión al rival, aunque no muchas ocasiones. Asensio dimitió del encuentro, cuando más se le necesitaba. Tuvo una buena racha de partidos, pero en Italia mostró su lado más gris. Zidane le dio algo más de tiempo que a Vinicius, aunque lo cambió poco después. Buscaba el francés futbolistas para romper el orden rival y no los encontraba en el banquillo.
Ordenada y con el empate en la cabeza, la Atalanta, que asustaba por sus cifras de goles, entendió que eso no podía suceder en este partido y se dedicó a evitar la derrota y a que pasasen los minutos. Se echó atrás y cerró al Madrid, que se ha visto en alguna parecida esta curso, El conjunto de Zidane tuvo algunos minutos dinámicos al principio de la segunda mitad, pero dio la impresión que se dejaba llevar por la monotonía de un rival cerrado y ningún futbolista capaz de hacer algo distinto.
Ni los centros ni los escasos intentos de jugar por dentro salían. Hacía falta algo sorprendente, lo que no se espera: por ejemplo un derechazo de Mendy.
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