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Carta al Santiago Bernabéu: el año que no nos vimos

Se echa de menos el atasco, el ruido, los kioskos de pipas, la muchedumbre feliz de ser muchedumbre. El Real Madrid jugó su último partido en su estadio el 1 de marzo de 2020

Imagen de la reforma del Estadio Santiago Bernabéu.
Imagen de la reforma del Estadio Santiago Bernabéu.Jesús G. FeriaLa Razón

Una de las secuelas del coronavirus es que algunas personas que lo han pasado no recuperan el olfato o tardan mucho en volver a oler. Descubren, entonces, cómo nos relacionamos con el mundo a través de los olores y qué poca importancia les damos. Los olores, sin embargo, forman parte de nuestros recuerdos, que no sólo de imágenes se nutre la memoria. Así, hace unos 35 años el Santiago Bernabéu olía a puro: fumar era habitual y muchos aprovechaban la hora y media del partido para disfrutar un puro con tranquilidad, con el transistor y el partido del Real Madrid de fondo. Todo fue cambiando: la tolerancia al humo, el comportamiento de los aficionados, los olores e incluso el Bernabéu, que se caía a pedazos y retumbaba en cada salto del gallinero. Todo fue mejorando, pero siempre se mantuvo la rutina de los aficionados de ir al estadio al menos cada quince días y elegir sus días de vacaciones dependiendo de cuándo jugaba el Real Madrid en casa. Así marcaba la vida de muchos.

Sin embargo, el último año el Bernabéu no ha olido a nada. O sí ha olido, pero muy pocos lo saben. Cerrado, vacío y en construcción, el estadio del Real Madrid, uno de los centros vitales de la ciudad, ha estado en silencio: sólo se ha oído el ruido de las grúas, de los obreros y de las máquinas. Ha sucedido lo impensable y ya ha pasado un año sin que se haya visto fútbol en el estadio del Real Madrid.

El día grande y único de Mariano

El uno de marzo de 2020 se disputó el partido de LaLiga contra el Barcelona. Marcó Vinicius aprovechándose de la confianza de Piqué, y cuando terminaba el choque, Mariano vivió su minuto más grande como delantero del primer equipo haciendo el segundo tanto y sintiendo eso que pocos futbolistas han sentido: 80.000 personas rendidas, felices por tu culpa. Quizá por ese recuerdo, Mariano no abandonó el club el verano siguiente.

Hoy, sin Benzema, un año después de aquella noche de gloria, no está claro que Mariano vaya a jugar en Valdebebas contra la Real Sociedad. El papel de Isco en el choque contra la Atalanta puede haber cambiado los planes que estaba siguiendo el técnico francés.

El Santiago Bernabéu va por un lado y el equipo por otro. El primer encuentro de LaLiga en el Alfredo di Stéfano de Valdebebas fue extraño, por lo pequeño que parece de todo, porque se oye a los futbolistas y cuando tiene que haber aplausos o pitos o murmullos apenas se oye a los pájaros. El miedo escénico, que es una de las figuras literarias más conseguidas acerca del Real Madrid y su simbiosis con la gente, se ha diluido. A pesar de todo, el equipo se adaptó bien y ganó LaLiga. La celebró en el césped, sin nadie a quien ver y pidiendo prudencia en la celebración. Hoy busca seguir en la terrible pelea que es este campeonato. La rutina puede con todo y da la impresión de que los futbolistas, y hasta los aficionados, se han acostumbrado a este fútbol. O más bien, se han resignado a que no se puede hacer nada.

El coste de un estadio cerrado

El Bernabéu está a sus cosas: a cambiar de cara, de césped y de misión para convertirse en un estadio moderno, lo que significa: más habitable y también más eficiente para ayudar a los ingresos del club. Un año sin fútbol es también un año de crisis económica y al igual que el resto de grandes clubes europeos, el Madrid lo está sintiendo.

Sin poder usar el estadio, el presupuesto se reduce en más de 200 millones. Las entradas, los abonos, los palcos vip, los días de partido, con todo el movimiento económico que suponen, y hasta el Tour de Bernabéu, que se tuvo que cerrar durante muchos días. Hay algo sentimental en no poder ir a ver al equipo al estadio. Y a diferencia de lo que se dice, se puede poner precio a esa rasgadura en las emociones: de 822 millones antes de la pandemia, el presupuesto ha pasado a 616,8. Eso es lo que genera el coliseo del Real Madrid.

El plan de las obras era que no molestasen en los días de partido. Eso obligaba a ciertas modificaciones entre encuentro y encuentro: escaleras que ya no estaban o baños que cambiaban de sitio, además de un tropel de ayudantes facilitando la vida a los aficionados. Pero la ausencia de fútbol ha evitado, lo que desde el punto de vista de la obra, eran pérdidas de tiempo. La transformación sigue a todo ritmo, sin parones. Los avances son espectaculares y los aficionados del Real Madrid observan los vídeos de las obras de su estadio con una mezcla de nostalgia, curiosidad y deseo. Son noticias que siempre tiene su audiencia en las páginas web, porque se quiere ver cómo va quedando su segunda casa y comprobar si ya se puede vislumbrar algo de lo que va a ser el futuro del Real Madrid.El plan de la finalización de las obras no ha cambiado y se espera que par a el verano de 2022 ya esté listo el estadio que tiene que marcar el paso del Real Madrid en una nueva época.

Se espera que antes se pueda jugar en el Santiago Bernabéu, pero esa fecha es imposible de adivinar, porque como el resto de la rutinas cotidianas, está a la espera de que las buenas noticias se hagan palpables.

Ahora, ese tramo lateral del Paseo de la Castellana está cortado y sólo se ven grúas. Falta el atasco del día de partido, el ruido de las pisadas y las charlas sobre el entrenador, los kioskos que venden pipas, la muchedumbre feliz de ser muchedumbre.

Un año ha pasado.

Si no era felicidad, se parecía.