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La valiente lucha por la igualdad de una atleta musulmana: en pantalón corto y sin hiyab
En vísperas del Día Internacional de la Mujer merece la pena recordar la historia de Hassiba Boulmerka, cuya lucha contra el machismo y el fudamentalismo pudo costarle la vida
Pese a ser una de las más importantes mediofondistas mundiales, sus éxitos deportivos se ven incluso superados por su figura como símbolo de la resistencia femenina frente al integrismo islámico y la lucha por la igualdad.
Hassiba Boulmerka rompió todos los estereotipos de las atletas musulmanas cuando se atrevió a competir en pantalón corto y sin hiyab. Lo hizo una mañana de 1992 en el tartán de los Juegos Olímpicos de Barcelona. La atleta se negó a aceptar las imposiciones de los fundamentalistas islámicos y ganó la final de las Olimpiadas de Barcelona 92 con sus pantalones cortos verdes decorados con la bandera de Argelia y su melena al viento.
La historia de Hassiba tiene su orígen en su Argelia natal, donde despuntó pronto en las competiciones nacionales, convirtiéndose en campeona nacional, para posteriormente coronarse como la reina del Campeonato de África y, en 1991, conquistar el título mundial en Tokio.
En 1991 se convirtió en la primera mujer de su país en ganar un título mundial (los 1.500 metros de los Campeonatos Mundiales de Tokio), pero a partir de entonces su carrera y su vida se vieron amenazadas por los grupos terroristas islámicos, que pretendían forzarla a abandonar el atletismo por correr en pantalón corto y tirantes y negarse a llevar velo en los actos públicos.
Amenazas de muerte y escolta
El mundo que conocía comenzó a desmoronarse. Al regresar a su país, los extremistas empezaron a hacer su vida imposible, sobre todo el Grupo Islámico Armado Argelino, el cual se formó unos meses después de su triunfo. Pese a ser la campeona mundial, la trataban como si fuera un demonio, como si correr descubierta fuera un pecado mortal. De repente, Hassiba tuvo que dejar su vida habitual. No podía salir sin escolta, cada llamada telefónico era un suplicio e incluso dejó de correr en su propia patria, una que, de repente, parecía haberla olvidado. Tuvo que tomar la difícil decisión de irse a vivir a Alemania para dejar a atrás esta dolorosa experiencia, lo que no evitó que atentaran contra su vida hasta en dos ocasiones.
Protegida constantemente tanto en su vida privada como en sus competiciones, ganó también los 1.500 metros de los Juegos Olímpicos de Barcelona (1992) y el bronce en el Campeonato del Mundo de Stuttgart (1993), y de nuevo el oro en los Mundiales de Goteborg (1995), aunque no logró medalla en los Juegos de Atlanta (1996), en los que sufrió una caída en plena carrera.
Premio Príncipe de Asturias
En 1995 fue galardonada con el premio Príncipe de Asturias de los Deportes, otro logro en una carrera que nadie pudo detener.
Hassiba Boulmerka, como tantos otros deportistas, fue más que una atleta. Fue una referencia en una lucha de la que nunca huyó. En la actualidad, Boulmerka, que se retiró en 1997, forma parte del Comité Olímpico Internacional en donde uno de sus principales objetivos es fomentar el deporte entre las mujeres de su país, como una forma de combatir el machismo imperante. La atleta argelina fue un ejemplo sobre la pista pero, sobre todo, un ejemplo de vida.
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