Esquí
Mikaela Shiffrin o cómo luchar contra el miedo a perder
La esquiadora estadounidense, estrella de los Juegos de Pekín, falló en sus dos primeras pruebas y quedó lejos de las medallas en la tercera. Su caso se compara con el de Simone Biles en Tokio
En las típicas listas previas a los Juegos Olímpicos de «las diez estrellas que no debes perderte», el nombre que no faltaba en ninguna para los de Pekín era el de Mikaela Shiffrin, la esquiadora estadounidense dispuesta a que su leyenda creciera todavía más. Pero el día de su debut, en el gigante, apenas duró unos segundos, tocó la nieve con el brazo, pudo evitar la caída, pero no salirse. Y cuando le llegó la segunda oportunidad, en la prueba de eslalon, la escena poco más o menos se repitió: una bandera, otra, otra y se acabó, fuera.
Todo el mundo quedó paralizado. No parecía tener mucha explicación que fallara dos veces seguidas por un error técnico. Tampoco ella sabía qué había sucedido. A punto de cumplir 27 años (el 13 de marzo), llegó bien a la capital de China después de haber superado un récord, pues se impuso en el eslalon de Schladming, logrando su cuadragésimo séptima victoria en esta especialidad y superando el récord de Ingemar Stenmark de triunfos en una única disciplina (46 gigantes), que data de 1989. Además, suponía su victoria número 73 entre todas las pruebas, lo que hace que vaya acechando ya a los mejores registros de la historia, los de la propia Stenmark (86) y Lindsay Vonn (82).
Rápidamente se empezó a comparar el caso de Shiffrin con el Simone Biles en los Juegos de Tokio del pasado verano, en los que la mejor gimnasta de siempre, ganadora de todo lo posible durante años, notó la presión y apenas participó por miedo a hacerse daño en un deporte en el que una caída puede ser fatal. Sacó a la luz el tema de la salud mental en los deportistas de alto nivel, de la que tanto se sigue hablando. Precisamente Biles ha sido una de las personas que ha mandado ánimos a Shiffrin después de lo sucedido. Le puso unos corazones en Twitter. En los Juegos de Tokio fue la esquiadora la que envió un mensaje de ánimo a la gimnasta cuando lo estaba pasando mal: «Sigue mostrando esa sonrisa tuya porque es innegablemente dorada. Siempre». Lindsay Vonn también ha querido arropar a Shiffrin: «Que esto no le quita valor a su carrera histórica y lo que puede lograr y logrará en el futuro. Mantén la cabeza en alto».
La actual estrella del esquí irrumpió con fuerza en las portadas cuando en los Juegos de Sochi 2014 ganó el oro en eslalon con sólo 18 años, la más joven que lo había logrado nunca. En la siguiente cita olímpica, Pyeongchang 2018, también subió a lo más alto del podio en eslalon gigante y fue plata en la combinada. En Mundiales suma 11 medallas, seis de ellas de oro. La propia esquiadora reconoció que en su momento tanta precocidad sí le conllevó problemas de ansiedad. En una videoconferencia en 2020 dirigida a chavales jóvenes en Vail (Colorado), donde nació, según recogió «thechampionsvoice.com», admitió que la palabra fracaso le llegó a producir terror, que tenía miedo a decepcionar a todo el mundo: aficionados, entrenadores, a sí misma... La consecuencia de todo eso eran vómitos, arcadas... «Estaba como paralizada. Las lágrimas me nublaban la vista. Sentía que no podía respirar», afirma. Y eso le solía pasar apenas unos minutos antes de la salida. Más recientemente ha tenido que lidiar con la pandemia, como todo el mundo, y con el fallecimiento de su padre Jeff, de forma repentina, en febrero de 2020. Buscó ayuda profesional, la de un psicólogo, para superar esos episodios y la encontró en el entrenamiento mental y la música.
Las tácticas aprendidas las sigue usando. Después de no acabar en sus dos primera apariciones en Pekín, por fin logró terminar una, el supergigante, en el que no es tan favorita. Ocupó la novena plaza. Y recurrió al humor: «No está mal eso de hacer más de cinco puertas». Después, colgó un texto en su cuenta de Instagram para subirse la moral, hablando de la «montaña rusa» que son unos Juegos, que a veces «pueden doler», pero pidió a «aquellos que están sintiendo el dolor punzante de la derrota» [como ella] que «dure un momento». «Luego te levantas de nuevo», añade. Ya antes había admitido que era normal tener presión, poniendo el ejemplo de su compatriota Caeleb Dressel, que ganó cinco oros en natación en los Juegos de Tokio pero hablaba más de que habían sido días d sufrimiento en la capital de Japón, más que de las alegrías.
Shiffrin intentará levantarse para las dos opciones que le quedan. El descenso, donde todavía no está claro que participe, y la combinada, donde sí está entre las favoritas.
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