Mundial de Atletismo

Final de 1.500: Así en Oregón como en Sevilla

Katir, Fontes y García Romo reverdecen la tradición española del “milqui”

Mario García Romo superó una semifinal de 1.500 muy dura con el keniano Cheruiyot el noruego Jakob Ingebrigtsen, dos de los favoritos
Mario García Romo superó una semifinal de 1.500 muy dura con el keniano Cheruiyot el noruego Jakob Ingebrigtsen, dos de los favoritosJohn G. MabangloAgencia EFE

La edad de oro de la milla, en las dos últimas décadas del siglo pasado, lo fue también del mediofondo español, que produjo una serie de campeones capaces de competir por la gloria planetaria con éxitos olímpicos (oro de Fermín Cacho en Barcelona y bronce de José Manuel Abascal en Los Ángeles) y mundiales (medallas para José Luis González, Reyes Estévez y el propio Cacho), sí, pero también con algo mucho más importante: el establecimiento de una tradición y el cultivo de una escuela genuinamente nacional que ha ido declinando a lo largo del siglo XXI. Mohamed Katir, Mario García Romo e Ignacio Fontes han reavivado la llama.

Tres españoles en una final mundialista del «milqui» (se disputa la madrugada del martes 19 de julio al miércoles 20, a las 4:30). La primera vez que sucedió eso fue en La Cartuja, en Sevilla 1999 (se repitió en 2003, 2005 y 2007). Aquel tórrido verano hispalense presenció una de las mejores carreras de todos los tiempos de la especialidad, con el intocable Hicham El Guerrouj (un año después de establecer el vigente récord mundial de 3:26.00) ganando el oro con 3:27.65 (aún es la plusmarca de los campeonatos) y el keniano Noah Ngeny haciéndose con la plata. Detrás de las dos estrellas, los nueve primeros clasificados bajaron de 3.35 y tres atletas locales mostraron la formidable fuerza del mediofondo español.

Reyes Estévez reeditó el bronce que había ganado dos años antes en Atenas con su mejor marca de siempre (3.30:57), Fermín Cacho quedó cuarto y el gallego Andrés Díaz también estableció su plusmarca personal (3.31:83) para quedar en un meritorio quinto lugar que ningún español reeditó en esta prueba en un evento planetario hasta Adel Mechaal el verano pasado en Tokio. Corredores como Arturo Casado, Manuel Olmedo, Juan Carlos Higuero o David Bustos se han asomado a algunas finales o han rascado medallas en los Campeonatos de Europa, pero ha sido la actual generación la que ha vuelto a poner en el mapamundi al mediofondo español.

Polémica en la selección

La convocatoria de José Peiró y el comité técnico de la RFEA para los 1.500 metros de Eugene no estuvo exenta de polémica, uno de esos problemas de ricos que viven las naciones potentes en una determinada prueba. La voluntad de Mechaal de doblar con el 5.000 dejó fuera de la lista a Ignacio Fontes, reintegrado después de que un oportunísimo contagio por covid-19 quitase del cartel al catalán… que sí competirá en la prueba más larga. Extraño coronavirus, desde luego. El granadino, tercero en el Campeonato de España, pudo conformar un terceto de total garantía con Mohamed Katir y Mario García Romo.

El fondista de origen marroquí, que el año pasado se convirtió en el décimo marquista mundial de todos los tiempos (3:28.76. ¡Respeto!) al arrebatarle el récord nacional a Fermín Cacho, disputó una serie horrenda que casi lo deja fuera a las primeras de cambio pero se resarció con una semifinal autoritaria, en la que sólo cedió frente al detentor del mejor registro de 2022 (3:31.01), Abel Kipsang. El keniano es uno de los favoritos para la final, en la que intentará prolongar el dominio de su país en esta prueba, ya que de allí proceden los siete últimos campeones del mundo, aunque dos ellos compitiesen con pasaporte de conveniencia.

En la otra semifinal, contra el podio olímpico en pleno (Jakob Ingebrigtsen, Timothy Cheruiyot y Josh Kerr), García Romo sacó beneficio a sus cualidades de finalizador para meterse segundo en el embalaje entre tan ilustre compañía e Ignacio Fontes estiró el cuello en agónica pelea con el británico Neil Gourley, al que superó por una sola centésima. Aunque Kipsang e Ingebrigtsen son los favoritos incuestionables, la docena de participantes en la final aspira a colgarse una medalla. Y España, con tres chances de diferentes características, cuenta con recursos para incomodarlos a todos salga la carrera que salga. Si se corre mucho, con el crack que baja de 3.30. Si se juega todo al esprint, con los dos rematadores de pies calientes.