El Cádiz hace sudar al Atlético (3-2)

Asomaba la luna por encima del estadio Metropolitano cuando Nahuel Molina marcó el empate a dos para poner un poco de lógica en el partido. Acababa de empezar la segunda parte y el Atlético tenía 45 minutos para jugar un partido nuevo.

Un partido en el que las acciones del equipo rojiblanco tuvieran los resultados lógicos. Y sólo tardó 20 minutos más Correa en poner por delante al Atlético empujando a la portería un pase de Saúl desde la izquierda. Necesitó tres goles y más de una hora para hacerlo, porque el rojiblanco es un equipo imprevisible. Capaz de arrollar al Cádiz en el arranque del partido, igual que hizo contra el Real Madrid y contra Osasuna, pero esta vez no entraron los remates de Griezmann, que a los dos minutos ya había mandado un balón al poste y poco después no acertó en un mano a mano con Conan Ledesma.

Cuando Correa acertó con la portería por primera vez –también le costó– fue ya para reducir la ventaja del Cádiz. Remató de cabeza un centro de Azpilicueta inmediatamente después de haber desperdiciado otro mano a mano con Ledesma.

Azpilicueta había colaborado en el segundo del Cádiz, que no necesitaba mucho para llevar el peligro a la portería de Oblak. Un saque largo de Conan y un despeje de Azpi hacia atrás bastaron para que la pelota le llegara a Roger, que no tembló para levantar la pelota por encima del portero rojiblanco.

Más elaborado había sido el primero, en una jugada que llevó la pelota hasta Chris Ramos en la banda derecha. Su centro superó a toda la defensa para que Lucas Pires sólo tuviera que empujarla. Reclamaron falta a Saúl los rojiblancos en el comienzo de la jugada, pero el árbitro hizo caso omiso después de la revisión del VAR.

Entre esos dos tantos. Fali pudo haber marcado el gol que se le negó a Pelé. Golpeó a la pelota desde antes de cruzar el centro del campo y sólo se desvió unos centímetros de la portería con Oblak completamente despistado. Pero al Atlético no le había abandonado la suerte del todo.

Simeone ordenó a Riquelme explotar más las diagonales por la izquierda para que el juego no se estrellara siempre contra el centro de la defensa del Cádiz. Y el Atlético poco a poco fue retomando el mando del partido.

No estaba Morata esta vez para rematar –una baja más para el Atlético, que es coleccionista de ausencias–, pero Correa está acostumbrado a hacer de salvavidas de su equipo. Pudo haberlo hecho antes del tercer gol, en una jugada que acabó con la pelota por encima del larguero. Y Griezmann también pudo hacerlo, pero lo evitó Ledesma.

Hasta que apareció Correa para marcar el tercero y conseguir una victoria que parecía más sencilla para el Atlético. Tuvo que aparecer Molina con la luna observando para que el Atlético pudiera volver a empezar.