Lance Armstrong

"Durante tres o cuatro años he odiado el ciclismo": así es la vida de Lance Armstrong trece años después de su escándalo de dopaje

A más de una década de perder sus títulos y prestigio, el exciclista estadounidense continúa reconstruyéndose entre proyectos personales y mediáticos, mientras lidia con el impacto que persiste en su vida familiar y en su imagen pública.

Lance Armstrong
Lance ArmstrongAgenciasLa Razon

Tras admitir en 2013 el consumo de sustancias prohibidas, Lance Armstrong ha visto esfumarse sus siete Tours de Francia, su medalla olímpica y el respaldo de patrocinadores millonarios. Desde entonces, su vida ha estado marcada por un doble camino: la búsqueda de nuevas plataformas de expresión y el intento de recomponer los daños personales y sociales que ha dejado aquél escándalo, pues quien alguna vez había sido símbolo de pasión y resiliencia en el ciclismo, ha resultado convertido en uno de los casos más sonados de fraude deportivo.

Actualmente, aunque no puede volver al ciclismo profesional, Armstrong no se ha alejado por completo del deporte. Presenta dos pódcasts: THEMOVE, centrado en el análisis de carreras ciclistas, y The Forward, un espacio de entrevistas donde aborda temas más amplios, incluido el debate sobre el deporte y la inclusión. También ha participado en producciones televisivas como el documental Lance (ESPN, 2020) y el reality Stars on Mars (2023). Después de pasar quince años en Aspen, ha regresado a Austin, Texas, ciudad donde ha desarrollado gran parte de su carrera ciclista y donde ahora continúa su vida familiar.

El costo personal del dopaje

El escándalo no solo lo había apartado de la élite deportiva, sino que también ha transformado profundamente su vida privada. Armstrong ha reconocido que explicar a sus hijos la verdad sobre sus trampas fue uno de los momentos más difíciles de su vida, un proceso que habría requerido conversaciones prolongadas y terapia familiar. Hoy convive con sus cinco hijos —tres de su primer matrimonio y dos con su actual esposa, Anna Hansen—, con quien se ha casado en 2022.

En entrevistas recientes ha admitido que ha llegado a experimentar síntomas de estrés postraumático y que, durante años, había desarrollado un rechazo profundo hacia el ciclismo: “Durante tres o cuatro años he odiado el ciclismo por lo que había significado en mi vida”, ha dicho. Con el tiempo, ha retomado la bicicleta de forma recreativa, como una reconciliación personal con el deporte que lo había encumbrado y condenado al mismo tiempo.

Más allá de sus nuevos proyectos, Armstrong sabe que su nombre sigue asociado al mayor escándalo de dopaje de la historia del ciclismo. Ha reconocido haber sido “un luchador, un humanitario y también un idiota”, y asume que la tarea de reconstruir confianza será un desafío de por vida. De manera que, fuera de las grandes competencias, el exciclista desarrolla sus proyectos desde Texas y mantiene una vida junto a su esposa e hijos, mientras consolida su papel como figura activa en los medios.