Champions League

Atlético de Madrid

Del «Decidme qué se siente: Lisboa-Milán» al «Orgullosos de no ser como vosotros»

El 2-0 hizo creer al Calderón, que, muy pronto vio como sus jugadores marcaron al principio para acongojar a su rival

Interior del estadio Vicente Calderón, momentos antes del partido de vuelta de semifinales de la Liga de Campeones entre el Atlético de Madrid y el Real Madrid.
Interior del estadio Vicente Calderón, momentos antes del partido de vuelta de semifinales de la Liga de Campeones entre el Atlético de Madrid y el Real Madrid.larazon

El Real Madrid salió con vida de un auténtico infierno. Un infierno con más grados de temperatura que en otras ocasiones, tal vez acrecentado por un “tifo” provocador en el Bernabéu que creó una olla a presión en el Calderón que Isco se encargó de tapar con una actuación salvadora.

El jugador del conjunto blanco fue el único que no se escondió desde que el colegiado turco Cünet Çakir inició el choque con el pitido inicial. El resto de futbolistas del Real Madrid salieron acongojados, casi muertos de miedo por el ambiente intimidador del estadio rojiblanco.

Aquel mensaje que lució la grada del estadio Santiago Bernabéu en los minutos anteriores al inicio del choque de ida calentó a una afición que tenía ganas de remontada.

El “Decidme qué se siente: Lisboa-Milán”, que hacía referencia a las dos finales de Liga de Campeones perdidas por el Atlético ante su máximo rival, ayudó a crear un ambiente propicio para dar la vuelta a una eliminatoria diseñada para el Real Madrid después del 3-0.

El público del estadio rojiblanco no dio ni un respiro a los jugadores del Real Madrid. Desde el primer minuto hasta el último. Entre el público atlético, había más ganas que en otras ocasiones de pasar por encima del equipo de Zinedine Zidane. Y, para empezar, contestaron con otro mosaico antes del inicio del duelo: “Orgullosos de no ser como vosotros”.

Los decibelios subieron hasta límites insospechados y el Atlético salió en tromba. Los hombres de Diego Simeone parecían una manada de lobos en busca de su presa, empujados por una hinchada incansable que dejó sin argumentos y grogui al Real Madrid.

Durante veinte minutos, los que necesitó el Atlético para marcar por medio de Saúl Ñíguez a la salida de un córner (minuto 12) y Antoine Griezmann de penalti (minuto 16), el baño fue tremendo.

El 2-0 hizo creer al Calderón, que, muy pronto, como mandan los cánones de las remontadas, vio como sus jugadores marcaron al principio para acongojar a su rival a base de buen juego, empuje y un ruido ensordecedor.

En medio de ese infierno sólo sobresalía Isco. El malagueño se convirtió en el único futbolista blanco capaz de templar los nervios del Real Madrid, de dar algo de sentido al juego del equipo de Zidane y, finalmente, de convertirse en el hombre más decisivo del partido.

Si el Atlético se hubiera marchado al descanso con un 2-0 a favor en el marcador, el Real Madrid, presumiblemente, se habría convertido en un cadáver que habría sido enterrado en la orilla de la final de Cardiff.

Con Cristiano desaparecido, con Danilo nervioso e inoperante en el lateral derecho, con Benzema ausente hasta el minuto 42, y con algunas pinceladas de Modric y de Marcelo, que poco a poco se contagiaron de Isco, el Real Madrid se aprovechó del paso atrás que dio su rival cuando marcó por medio de Griezmann de penalti.

Entre Isco, Modric y Marcelo, consiguieron aplacar la furia atlética, que seguía contando con el aliento de una afición incansable que tampoco se derrumbó cuando Isco culminó su primera parte salvadora con el gol que acabó con todo.

Lo consiguió, eso sí, gracias a una jugada tremenda de Benzema, que se marcho por la línea de fondo de todos los rivales que le salieron al paso para echar el balón hacía atrás con dirección a Toni Kroos. El centrocampista alemán disparó, chocó con una gran mano de Oblak e Isco recogió el rechace para acabar con la eliminatoria.

Ese tanto cerró las semifinales. El Atlético tenía que marcar tres para clasificarse. La segunda parte ya casi era un trámite. Hubo algún intento más rojiblanco, detenido en seco por Keylor Navas.

Y es que el destino estaba escrito. El medio malagueño fue el autor del guión. Sus primeros 45 minutos fueron para enmarcar. Y, ya de paso, para apagar el fuego del Calderón más caliente. Un “tifo” fuera de tono creó un infierno del que salió el Real Madrid gracias a un jugador mágico: Isco Alarcón.