
Polémica
El Valladolid, goleado por el Getafe y los jugadores pegándose: "Estás para hablar, máquina""
El equipo vallisoletano, colista de LaLiga, va a la deriva y cada vez peor, con el vestuario roto. Luis Pérez ha saltado sobre Latasa

El Real Valladolid atraviesa una de las etapas más oscuras de su historia reciente en LaLiga 2024/2025. La derrota de esta jornada frente al Getafe (0-3 en el descanso y 0-4 al final), en un José Zorrilla cada vez más silencioso y resignado, no ha hecho más que evidenciar el estado crítico de un equipo al borde del abismo. El conjunto blanquivioleta, que se encuentra anclado en el último puesto de la clasificación con apenas 16 puntos tras 30 partidos disputados, parece haber agotado todas sus vías de escape. A falta de ocho jornadas para el final, el descenso no es solo una amenaza: es una sombra cada vez más tangible que acecha cada movimiento del equipo.
La imagen ofrecida ante el Getafe ha sido la enésima repetición de un guion ya demasiado conocido: desconcierto defensivo, escasa creatividad en la medular y una alarmante falta de colmillo en el área rival. Sin embargo, lo más preocupante no se vivió sobre el césped, sino en el banquillo, donde se desató un episodio que ilustra hasta qué punto el vestuario se encuentra fracturado.
Crisis deportiva, tensión emocional
Durante el transcurso del encuentro, una violenta discusión entre Javi Latasa y Luis Pérez estuvo a punto de derivar en un altercado físico. Gritos, gestos y empujones que obligaron a casi separarlos. La escena es el reflejo más crudo del nivel de tensión que se respira en el seno del equipo. Un ambiente irrespirable que pone en jaque la convivencia interna de un vestuario hundido.
Por lo que se ve en las imágenes, Latasa critica lo que pasa en el campo y Luis Pérez le debe de decir que se calle. Algo más se cruzan porque Latasa le suelta a Luis Pérez: "Estás para hablar, máquina" y en ese momento, Luis Pérez salta a por él y un puñetazo sí que le pega.
Una temporada para el olvido
Los números hablan por sí solos: cuatro victorias, cuatro empates y veintidós derrotas en lo que va de campeonato. Un diferencial de goles de -49, que evidencia no solo la fragilidad defensiva, sino también la inoperancia ofensiva de un equipo incapaz de competir con la mayoría de sus rivales. Con diez puntos de desventaja respecto al penúltimo clasificado, la permanencia parece ya un sueño lejano, más relacionado con lo milagroso que con lo matemáticamente factible.
Nada ha logrado alterar el rumbo de una nave que hace semanas navega a la deriva. Cada partido se convierte en una repetición del anterior: una mezcla de desesperanza, desconexiones defensivas y un sistema sin alma, donde la entrega individual rara vez se traduce en rendimiento colectivo.
Lo más preocupante, sin embargo, es que el Real Valladolid no solo pierde partidos: pierde tiempo, pierde cohesión y, sobre todo, pierde identidad. En medio de una tormenta institucional y deportiva, los pucelanos necesitan más que resultados. Necesitan liderazgo, compromiso y una idea. De lo contrario, el desenlace será inevitable. Y será doloroso.
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