Fútbol Sala

Drama de plata

España no pudo lograr su octavo título de campeona de Europa. A 13 segundos del final de la prórroga, Portugal marcó el gol decisivo

Francisco Javier Solano Leon durante una acción frente a Tunha Lam /Efe
Francisco Javier Solano Leon durante una acción frente a Tunha Lam /Efelarazon

España no pudo lograr su octavo título de campeona de Europa. A 13 segundos del final de la prórroga, Portugal marcó el gol decisivo.

La campeona de Europa en 1996, 2001, 2005, 2007, 2010, 2012 y 2016 no pudo repetir título en 2018. Un gol de Portugal en la prórroga, a 13 segundos del final, evitó que España lograse su octavo título continental. El desenlace de la final fue el resumen de lo que ha sido el campeonato para el equipo de José Venancio López: un drama con partidos muy apretados y que terminó con la medalla de plata. Y es que hubo más apuros de los previstos incluso en la primera fase. La semifinal ante Kazajistán se resolvió en los penaltis y cuando la final apuntaba a una resolución por el mismo camino marcó Bruno Coelho, el mismo goleador que llevó el choque a la prórroga, y acabó con las aspiraciones de España.

La Selección se encontró con el partido cuesta arriba desde el primer minuto. Una pérdida de Miguelín ante la presión de los lusos fue aprovechada por Ricardinho. El mejor jugador del mundo apareció cuando la final apenas había arrancado. 59 segundos le bastaron para adelantar a Portugal. España dominó, pero lo hizo sin profundidad. El control del juego bastó para que Marc Tolrà empatase antes del descanso.

Las sensaciones cambiaron en la segunda parte. España manejó el encuentro con más autoridad, se vio al equipo más suelto. Una acción de estrategia, que puso en juego Miguelín, sirvió para que Lin culminara la remontada. Restaban ocho minutos para el final y España gozó de ocasiones para evitar que el partido se prolongara más allá del tiempo reglamentario. Los palos y André Sousa impidieron que la Roja ampliara las diferencias y Portugal se reenganchó a la pelea por el título con el empate a menos de dos minutos para la conclusión.

La primera parte del tiempo extra no cambió el panorama. Miguelín no aprovechó la mejor ocasión española y la final se puso todavía más de cara cuando, en el arranque de la segunda mitad de la prórroga, Ricardinho se tuvo que ir cojeando de la pista. España siguió desaprovechando ocasiones y una nueva aparición de Bruno Coelho permitió a Portugal proclamarse por primera vez campeona de Europa. La lesión no evitó que Ricardinho fuera nombrado el mejor jugador del torneo. Los siete goles y cuatro asistencias del capitán luso ratificaron su condición de mejor jugador del mundo.