Automovilismo

El inesperado miedo de Hamilton a conducir un coche en un atasco y su pánico a este animal

El piloto británico se confiesa íntimamente en una entrevista. Y algunas de sus revelaciones chocan con la imagen que se tiene de él

Lewis Hamilton
Lewis HamiltonDPA vía Europa PressDPA vía Europa Press

Lewis Hamilton es un súper clase delante de un volante, un ganador feroz, un tipo que no se conforma y que nació, sin duda, para correr en la F1 y para convertirse en el mito del deporte en el que se ha convertido, En una entrevista en la revista Vanity Fair, Lewix Hamilton habla de su vida, de su futuro: “Vivir al máximo, y vivir lo mejor posible, ayudar a tanta gente como puedas en el tiempo que tienes”, asegura el piloto británico en la entrevista, aunque añade que no tiene ninguna gana de retirarse de la F1 y que su plan es continuar durante muchos años.

Ama la velocidad, ama la F1 y sin embargo,no puede ver un coche cuando circula por la ciudad. Sabe que es extraño: “La gente dice: ‘¡Amigo! ¡Conduces a 200 millas por hora!’ Y pienso que, en términos del factor miedo, eso es fácil para mí. Supongo que todos estamos hechos de manera diferente”, cuenta en la entrevista. Metido en el pequeño cubículo del coche, en plena competición no debe de ser consciente del peligro al que se enfrenta o como lleva toda la vida haciéndolo, es que ya está acostumbrado.

Pero todo cambia cuando se mete en un utilitario y tiene que conducir como el resto de los mortales por la ciudad. Creo que lo encuentro estresante. Trato de no hacer cosas que no suman a mi vida”, cuenta en la entrevista mientras conduce al periodista por una carretera de Niza: “Esto ahora es estresante para mí. Este camino es una locura. Están pasando tantas cosas aquí. Voy a dar la vuelta en un segundo”, asegura, increíblemente, el piloto. La presión, el estrés o los entrenamientos de la F1 los lleva bien, pero los atascos y algunos cruces de carretera le generan un estrés que no puede controlar. Casi, casi, como las arañas.

Asegura que cuando entra en una habitación de hotel nueva, y como piloto de F1 lo tiene que hacer mucho, mira detenidamente todas la esquinas. “Lo hago. Es patético, pero lo hago”, asegura en la entrevista y añada: “Dios, las arañas”, dice. Le da pavor encontrarse una viva cerca de él, que pueda hacerle algo, pero es que tampoco soporta si la ve en una pantalla. Hasta los que más corren, hasta los que parecen que no tienen vértigo cuando rompen récords de velocidad y ponen en juego su vida, viven con vulnerabilidades comunes.

Hamilton lleva tiempo intentando mostrar su lado más humano. Siempre se le ha visto como un campeón, casi invencible, pero en los últimos años, dio un giro público, decidió ser más reivindicativo y tuvo un papel protagonista en muchas de las protestas contra una organización tan cerrada como es la F1. Ahora que su coche no le deja competir por los primeros puestos, se está viendo a un piloto más humilde, que tiene que luchar contra la adversidad de que la máquina no le deja mostrar todas sus habilidades, un nuevo Hamilton, más cercano, que muestra sus miedos diarios.