Fútbol
Newcastle, entre la pasión y el dinero
Un aficionado de toda la vida del equipo inglés, que vive en Asturias, reflexiona desde la distancia espacial, que no sentimental, acerca de los
Keith se organizó un viaje por España y le gustó tanto que decidió quedarse un año sabático. Pasó la vida, los amigos, otros trabajos, una pareja y lo que empezó como una prueba, o como una aventura, se convirtió en un destino. Keith, ahora, vive en Asturias, disfruta del paisaje, de la comida, alguna vez ha ido a ver al Oviedo y alguna otra, también, ha ido a ver al Caudal, donde juega su cuñado. Se divierte con el espectáculo, está bien para pasar el rato, pero «el sentimiento es el Newcastle», dice con firmeza y con un acento imposible de disimular, pese a los años que lleva en España.
«El equipo es parte de la vida de la ciudad, una pasión. Ir al campo era un asunto social, para estar con los amigos y para comentar el partido el día después», cuenta de cuando vivía allí. Uno es del equipo de su infancia: «Newcastle es una zona de gente trabajadora, que los fines de semana tiene ganas de ver un buen partido. No esperamos ganar todos los encuentros, lo que esperamos es que los futbolistas se esfuercen e intenten mejorar. No hemos sido como un Barcelona o un Real Madrid, uno de esos equipos grandes. Pero sí había 50.000 personas en el estadio: no hemos sido un equipo pequeño».
Y ya no lo van a ser más.
Yasir al-Rumayyan, según contaba el diario «The Guardian», se compró un simulador de golf para poder practicar en casa y que su handicap 12 se mantuviera sin tener que dejar de atender sus negocios, que son muchos y, sobre todo, mueven mucho dinero. Es el hombre que hace seis años fue elegido por Mohammed bin Salman (MBS), el príncipe heredero de Arabia Saudí, para dirigir el Public Investment Fund (PIF) , el fondo de inversión y ahorro del país, de 377.000 millones de euros, provenientes del petróleo. Además de eso, es el presidente de la petrolera Saudi Aramco y forma parte del consejo de administración de empresas como Uber. Ahora, también, es el hombre que hizo que los aficionados del Newcastle salieran a la calle para celebrar la compra del equipo.
Con una pequeña pizca del dinero que posee, con menos de 355 millones de euros, el PIF ha comprado el club inglés, un histórico de la Premier League, pero en horas muy bajas, cerca del descenso, y que se ha convertido de la noche a la mañana, y no es una manera de hablar, en el club del momento. Todas las estrellas lo miran de reojo porque va a pagar mejor que bien y todos los rivales de Europa le vigilan, pues aparece un enemigo más en un horizonte con no muchos competidores, pero sí exageradamente ricos. No es sólo que el fondo saudí no tenga problemas de dinero, es que, además quiere invertir y gastar en activos europeos para no depender sólo del petróleo y para limpiar, de paso, la imagen del país. «El Newcastle se ha garantizado un papel dominante en el mundo para los próximos 20 o 30 años», aseguraba el técnico de Liverpool, Jürgen Klopp, que le ve como el gran rival a partir de muy poco. Hoy, contra el Tottenham, es su primer partido de la nueva etapa, aunque no se esperan cambios tan pronto.
«No estamos esperando ser ya como el Manchester City, pero sí crecer en un par de años y mejorar la infraestructura del club», asegura Keith. Intentar acercarse o superar lo que era el Newcastle que él guarda en su memoria. «Cuando yo empecé a mirar el fútbol de joven era la época de Keegan y tengo buenos recuerdos: la ilusión del club y el ambiente del estadio, muy positivo, con mucho cántico. Aunque no ganamos, sí que peleamos». El mítico delantero inglés, con dos Balones de Oro, después de brillar en el Liverpool y Alemania, se retiró en el Newcastle tras ascenderlo. Diez años más tarde, a principios de los noventa, se convirtió en su entrenador y lo llevó a pelear con los grandes del fútbol inglés. Se aumentó la capacidad del estadio, llegaban buenos futbolistas y en la temporada 95-96, se le escapó el campeonato por muy poquito. Fueron buenos tiempos.
En 2007, el multimillonario británico Mike Ashley compró el club y según Keith, y la mayoría de aficionados, fue el punto de inflexión, el final de la felicidad. «El quería llevarlo como negocio y como publicidad con su empresa, no había comunicación con los aficionados. Era un club sin esperanza ninguna: sabías que cuando tuviéramos un jugador bueno, lo iba a vender rápidamente», asegura Keith acerca del equipo de su vida.
Pero hay cosas que no se pueden abandonar. En Barcelona era más sencillo encontrar gente y lugares en donde ver acompañado los partidos. En Asturias, entre Oviedo y Llanes, la cosa se complicó. Sin embargo, con su familia política y sus amigos, fundó una peña del Newcastle en Llanes. La vida es inesperada casi siempre. Era una peña familiar, con muy buen ambiente, fiel al equipo también cuando descendió y pese a la antipatía que despertaba el dueño. Incluso hicieron un viaje a Inglaterra para ver un partido. Los mejores momentos, los más ilusionantes, fueron con Rafa Benítez en el banquillo, de marzo de 2016 al verano de 2019. «Era organizado y sacó lo mejor de lo que había». Ascendió y lo mantuvo. No mucho más, pero al menos había un plan.
Fue en uno de esos partidos de Benítez cuando Amanda Staveley se enamoró del club. Es la mujer determinante en el nuevo futuro del Newcastle. Millonaria, tiene un 10 por ciento del club a través de su empresa PCP Capital Partner y gracias a sus buenos contactos con los saudíes se logró la venta.
Amnistía Internacional ha sido la que más ha protestado porque insiste en que es una operación para blanquear a Arabia Saudí, «acusada de un catálogo de crímenes». «Entiendo y aprecio todos los mensajes sobre los derechos humanos y los tratamos con mucha seriedad. Pero no metería a socios en el consorcio si no tuvieran el historial adecuado y el PIF es autónomo e independiente del gobierno saudí. PIF es el dueño de Newcastle, no el Estado saudí», se defendía Staveley.
Los aficionados del Newcastle salieron a la calle a celebrar los nuevos dueños y su dinero: «Somos conscientes de que Arabia Saudí no tiene la mejor historia, pero no quiero meterme en política. También es cierto que nadie nos ha preguntado a los aficionados», dice Keith.
«Vamos a ser honestos todos con lo que es fútbol», continúa: «Vamos a mirar la cara del fútbol y ver de dónde viene el dinero. Si limpiamos lo limpiamos todo, no enfocamos sólo en un club. Los patrocinadores, el Mundial de Qatar...», insiste. «Es hipócrita fijarse en esto ahora y en otros momentos no».
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