Premier League
West Ham, el sueño del rey del porno
Tercer clasificado en la Premier, el equipo entrenado por David Moyes y en el que destaca Pablo Fornals es la sensación del campeonato
Cuando los futbolistas del West Ham saltan al césped, el estadio se inunda de pompas de jabón mientras la canción ‘I’m forever blowing bubbles’ (Siempre estoy soplando burbujas) retumba en el Estadio Olímpico, rebautizado como Estadio de Londres, como antes lo hizo en Boleyn Ground, el campo situado en el barrio de Upton Park y que fue sede del equipo durante más de un siglo. Esta costumbre comenzó en los años 20 del siglo pasado y esta canción popular nacida en Estados Unidos y que habla de sueños que se desvanecen y del fracaso terminó siendo adoptada como el himno del club.
No es la única tradición que ha sobrevivido al paso del tiempo en el West Ham, un club con un profundo sentimiento de barrio, que siempre ha mostrado una gran sensibilidad por su comunidad de aficionados. Así, cada mes de noviembre, durante el Día del Recuerdo o Día de la Amapola, homenajea a los seguidores del equipo que lucharon en la Primera Guerra Mundial. Fueron conocidos como los ‘West Ham Pals’ y su grito de guerra era ‘Up The Hammers’. Unos hombres sin experiencia, que no tenían ni uniformes, ni armas, pero que se presentaron voluntarios “para dar una paliza a los alemanes”.
Fundado en 1895 y conocido como The Hammers (Los Martillos) o La Academia del Fútbol, por su facilidad para sacar grandes talentos de su cantera, el West Ham, campeón de tres FA Cup, una Recopa y una Intertoto, vive uno de los mejores momentos de su historia. Tercer clasificado en la Premier League, con los mismos puntos que el Manchester City y a solo tres del líder Chelsea, el club disfruta de una importante estabilidad económica gracias a David Sullivan. Accionista mayoritario del West Ham, equipo del que se declara seguidor desde niño, Sullivan, de 72 años, se hizo millonario gracias al porno. Junto a su socio David Gold, que también le acompaña en esta aventura, como antes lo hizo en el Birmingham City, Sullivan amasó su fortuna gracias a revistas, tiendas y películas para adultos en los años 70 y 80. Con su compañía de inversión Conegate, Sullivan ha terminado por reunir un patrimonio personal de 600 millones de euros.
Tomó el control del West Ham en 2010 y propició el traslado desde Boleyn Ground al Estadio Olímpico en 2016, dentro del plan de crecimiento del club. Superada la complicada transición anímica por ese cambio y la oposición de algunos aficionados a la gestión de Sullivan, el West Ham se ha convertido en la gran sensación de la Premier.
David Moyes, el fallido sucesor de Sir Alex Ferguson en el Manchester United y exentrenador de la Real Sociedad, dirige a un equipo que conserva en su forma de jugar algunas de las tradiciones del viejo fútbol británico y que cuenta con un puñado de buenos jugadores, como Pablo Fornals, Declan Rice, Saïd Benrahma, Michail Antonio, Manuel Lanzini, Tomas Soucek o Jarrod Bowen.
Poderosísimo en el juego aéreo, el West Ham machaca a sus rivales a balón parado. Con un fútbol directo, sin adornos ni grandes alardes, no tiene problema en replegarse y cerrar todas las vías de acceso a su portería para buscar el contragolpe. Una receta tan básica como efectiva.
“He hecho feliz a mucha gente”, dijo en una ocasión David Sullivan para justificar su negocio en el mundo del porno. Ahora, hace soñar a otra mucha gracias al West Ham, el equipo que tuvo más representantes en la alineación de Inglaterra que ganó la final del Mundial de 1966. Bobby Moore, el gran capitán que levantó la copa, Geoff Hurst, autor de un hat-trick en la final, y Martin Peters, que marcó el otro gol, eran Hammers.
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