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El Real Madrid golea al Deportivo de La Coruña (7-1) en el Bernabéu

El Real Madrid goleó al Deportivo con dobletes de Gareth Bale, Nacho Fernández y Cristiano Ronaldo, y con el tanto de Luka Modric, que contrarrestaron el tanto inicial de Adrián López.

Gareth Bale celebra su segundo gol ante el Deportivo, el tercero del equipo. EFE/ Rodrigo Jiménez
Gareth Bale celebra su segundo gol ante el Deportivo, el tercero del equipo. EFE/ Rodrigo Jiménezlarazon

El Real Madrid goleó al Deportivo con dobletes de Gareth Bale, Nacho Fernández y Cristiano Ronaldo, y con el tanto de Luka Modric, que contrarrestaron el tanto inicial de Adrián López.

Más que los resultados, que también, era el tono, eran las caras, era la sensación de que el Madrid estaba peleando contra fuerzas superiores a él, algo que no podía describir o explicar. Le costaba un mundo hacer goles, se los hacían con facilidad, sin importar si jugaba bien o mal, si jugaban los buenos o el plan B. Se había metido en una espiral destructiva y necesitaba más un psicólogo que entrenamientos. O necesitaba un partido como contra el Deportivo, una goleada así, un bálsamo, la mejor sesión colectiva e individual para pensar que algunos monstruos han quedado atrás, que pueden llegar los buenos tiempos.

Se lo pasó bien el Madrid por fin, se dio una fiesta cuando parecía que se acercaba a lo peor: en un saque de banda marcó el Deportivo, una jugada que delató a la defensa blanca, no concentrada como debía, una jugada, sin embargo, que fue un espejismo, una nota a pie de página. Parecía la puerta hacia el desastre y lo que dio paso fue a la liberación. Fue como si los jugadores de Zidane se dieran cuenta de que así no se va a ningún sitio o como ocurre en las películas, se diesen un golpe en la cabeza y recuperasen la memoria de lo que han sido: un equipo con carácter, veloz, con bandas y con gol, un equipo que se resiste a la derrota y que disfruta con espacios.

Un equipo con Bale como hecho diferencial, con Ronaldo incansable hasta que marcó su par de goles y con su BBC, la marca de este Real Madrid, aunque fuese con Borja Mayoral al principio para acabar con Benzema, en lo que parece que va a ser la apuesta de Zidane para levantar el curso y perseguir con la convicción que dan los hecho (los buenos resultados) objetivos más ambiciosos. Es verdad, era el Deportivo, pero hasta ahora no ha importado el rival al Madrid. El problema era él mismo, su impotencia inesperada. Era el Depor, pero es que éste sí que era el Real Madrid, el bueno, el que se había olvidado y que puede que esté en camino.

Zidane que desde el principio decidió que en época de crisis lo sensato es apostar por lo conocido, por no hacer cambios, sorprendió con la entrada de Mayoral en la delantera y dejando a Isco y Asensio en el banquillo. Una declaración de intenciones, un modo de decir a todos los futbolistas que el Madrid vuelve al equipo de los tres delanteros, quizá más descompensado que otro, pero sin duda más vivo, más profundo y más veloz. Un equipo que aprovecha las bandas para atacar, pero con sentido, no poniendo balones al área porque sí, porque no se ocurre otra cosa mejor que hacer.

Por la derecha, Bale hace cosas interesantes cada vez que toca la pelota. Intenta salir siempre hacia fuera, para colocarse el balón en la izquierda y con esa pierna, o centrar o tirar. En forma, es un jugador determinante, porque es veloz, porque toca muy bien la pelota y porque es un rematador nato, como demostró con sus dos tantos. El primero, un toque sutil, a la escuadra; el segundo un remate de cabeza de un saque de esquina. ¿Se acuerdan cuando las jugadas a balón parado daban partidos y títulos al Madrid? Pues el equipo parece que empieza a acordarse.

Se acordó Marcelo del futbolista que es y convirtió la banda izquierda en un peligro para el rival, no para su equipo. Por allí entró el Madrid una y otra vez para martillear al Dépor, remontar antes del descanso y preparase para la fiesta en la segunda parte.

Todo empezó con el jugador más fiable esta temporada: Nacho, que suma minutos porque no se lesiona, no se cansa y no se equivoca. Con una pared con Marcelo empató el partido y evitó las curvas para su equipo. Nacho cambió el rumbo del equipo y ya en la fiesta se dio el lujo de marcar otro.

La segunda parte fue feliz. No es una palabra que se haya utilizado mucho este invierno en el Bernabéu, pero fue como se sintió el equipo y el público. Casemiro cortaba, Modric marcaba y jugaba, Kroos hacía correr la pelota y el equipo buscaba a Ronaldo para que marcase al fin. Y no falló: hizo dos, cuando ya estaba Benzema en el campo. Fue recibido con división de opiniones, pero después fue acogido como uno más. Se lo pasó de miedo el Madrid, por fin, como no se acordaba.