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Fútbol

Dos cánceres, aislada por radiactiva y el paradón de la Eurocopa, así es la portera alemana que espera a España

Ann-Katrin Berger detuvo a Francia con una parada inolvidable. A sus 34 años, lo ha vivido todo. En semifinales, le esperan las favoritas

UEFA Women's Euro 2025 - France vs Germany DPA vía Europa PressEUROPAPRESS

Una jugadora francesa centra, pero el balón es desviado por una defensora alemana. Ann-Katrin Berger, la portera germana, entonces, ve que ese balón que iba al centro del área sin peligro, ha cambiado de sentido y vuela hacia el lado de la portería que ella ha dejado de lado, pues iba persiguiendo la trayectoria natural de la pelota que salió de la pierna rival. Así que tiene que rectificar y sacar una mano prodigiosa, la parada, sin duda de la Eurocopa y salvar a Alemania del acoso francés, una vez más. Como había estado haciendo todo el partido, con su equipo con una menos. Como haría poco después, en los penaltis, al parar dos, meter uno y dar el pase al equipo teutón para la semifinales, donde esperan las mejores: España. “Yo vivo mi mejor vida posible y hoy soy semifinalista”, dijo tras el partido la portera de 34 años.

Un cáncer en la última Eurocopa

Ann-Katrin Berger se ha convertido en una de las heroínas de la Eurocopa, una competición que esta viviendo al máximo en plenitud, no como la última cuando le confirmaron que por segunda vez tenía que cáncer de tiroides y decidió esconderlo. “Pensé: el equipo no puede ayudarme, tengo que resolverlo yo sola. La Eurocopa se jugó en Inglaterra, así que no estaba lejos de mis médicos”, contaba en una entresvista en Stern. "Entre los entrenamientos con la selección, en las pausas del mediodía, iba en secreto a los tratamientos. No conté nada a nadie hasta después de la final”. Ni a su equipo, ni a su familia. “Soy una experta en guardar secretos. Ni siquiera quería contarle a mis familiares el diagnóstico. Poco antes hubo un fallecimiento en la familia y no quería ser una carga extra para nadie. Al final se lo dije a mi madre”, seguía.

Lo confesó en una entrevista a corazón abierto en la que habló de las dos veces que ha sufrido cáncer de tiroides. “Durante mucho tiempo me sentí fuerte, incluso intocable, pero eso cambió tras los dos episodios de cáncer. Ahora sé lo rápido que puede estar en peligro mi vida. Hoy intento vivir todo con un poco más de conciencia y disfrutarlo más”, decía.

Primer cáncer, la traición de su cuerpo

Estaba en el Birminghan cuando se dio cuenta de que tenían los ganglios inflamados y fue al médic a hacer pruebas. Cuando la hicieron volver, lo hizo con un fisioterapeuta del club. Ella, que no entendía bien el idioma vio que él empezaba a llorar. Captó entonces, la palabra cáncer. “Y solo tuve dos preguntas: ¿Voy a morir por esto? Y si no, ¿cuándo podré volver a jugar al fútbol?” .

Primero había que sobrevivir: “ Tuve que someterme a un tratamiento llamado terapia con yodo radiactivo. Me administraron una pastilla destinada a atacar las células cancerígenas. Como me volví radiactiva a causa de ello, representaba un peligro para cualquier persona que estuviera en contacto conmigo”, cuenta. Así que durante tres días estuvo aislada y encerrada enuna habitación subterránea del hospital en Birmingham. “Las enfermeras me traían la comida con un traje protector, parecían astronautas. No había luz natural, ni aire fresco, casi no tenía señal de internet, solo un televisor antiguo y un reproductor de vídeo con algunas cintas VHS. Por suerte, además de libros, llevaba bandas de resistencia para entrenar. Pasaba horas entrenando en el sótano e intentaba recordar el olor del césped recién cortado. Quería volver al campo unas semanas después. Concentrarme en ese objetivo fue lo que me salvó de volverme loca”, decía.

Volver a jugar, recuperar todo lo que era suyo, ser futbolista se convirtió en una esperanza, también en una obsesión. “Con el cáncer hay que tener paciencia”, decía.

Y saber gestionarlo: “Yo también me hice la misma pregunta que seguramente se hacen todos los pacientes de cáncer: ¿por qué precisamente yo? No podía entenderlo. Me había comportado durante todos esos años tal como los médicos recomiendan. Renuncié a muchas cosas porque quería hacerle solo bien a mi cuerpo. Y entonces llega un diagnóstico así”.

El fútbol como guía

Ella lo superó dos veces. El fútbol le sirvió de guía y de apoyo: “Pero cuando, tras la terapia, pude volver al campo, fui recuperando la confianza en mi cuerpo entrenamiento tras entrenamiento”, reconoce. Y ahora, igual que para balones que giran de repente, para los pensamientos intrusivos, el miedo: “ Notengo idea de cuándo será mi próxima revisión. El despertador del móvil sonará y me lo recordará. Antes de eso no quiero pensar en ello. En general, cumplo con las tareas que me asignan los médicos como si fueran un plan de entrenamiento, sin hacer preguntas. No quiero darle tanta atención a la enfermedad”.

Putellas, a la que paró el penalti en los Juegos, Aitana Bonmatí, Athenea o Claudia Pina tampoco dan tanto miedo.