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Xavi: ¿llevaremos luto por él?

El nuevo técnico del Barcelona se enfrenta a un marrón y su primera misión será recuperar el estilo que ha triunfado históricamente

Montaje con el que el Barça dio la bienvenida como nuevo técnico a Xavi Hernández
Montaje con el que el Barça dio la bienvenida como nuevo técnico a Xavi HernándezFCBFCB

El 25 de mayo de 1963 buena parte de España se paralizó. Taurófilos, los escasos antitaurinos que había entonces y mediopensionistas se agolparon junto al transistor para seguir en directo la retransmisión de la alternativa de Manuel Benítez, El Cordobés, en la antigua plaza de toros de la capital de la provincia andaluza y ni más ni menos que de la mano de Antonio Bienvenida. No cabía un alfiler. Las entradas se habían vendido en un periquete y la reventa se comportaba, y no metafóricamente, como una máquina de expender billetes. Benítez se había forjado una sólida leyenda como novillero por su desafío permanente a la ortodoxia y por esa descomunal casta que exhibía tanto dentro como fuera de los ruedos. La noche anterior le había confiado a su hermana mayor, Angelita: «Mañana o te compro una casa o llevarás luto por mí». El diestro de Palma del Río cortó dos orejas y acabaría solventando el futuro financiero e inmobiliario de su adorada Angelita, que ya nunca pasaría las penurias que soportaron en un hogar pobre como las ratas. Cuando poco antes de estrenarse también por todo lo alto en Las Ventas le cuestionaron si no le daba miedo arriesgar tanto, acercarse al pitón en cada pase, el padre del salto de la rana cortó a su interlocutor instantáneamente con la genuina listeza que le caracteriza: «Más cornadas da el hambre». Punto final. Se acabó el debate. Se hizo rico, lo normal en alguien que en los 60, en los 70 e incluso en los 80 era el individuo más popular del país, un mito. En la década del baby boom su salero, su retórica y su valentía enamoraron como nunca antes ni jamás después a los españoles. Su sintonía con el gran público era sencillamente perfecta. Estaban Los Beatles, el 600 y Manuel Benítez. Nada ni nadie podía competir con estos tres fenómenos sociales, ni siquiera el mismísimo Francisco Franco que gobernaba con puño de hierro. Que se lo cuenten a nuestro protagonista que vio entrar, pero nunca salir a su padre de las cárceles franquistas en las que ingresó por haber combatido en el bando republicano como voluntario. Bueno, sí salió, pero para morir de tuberculosis en un hospital.

El Camp Nou será a Xavi lo que el coso cordobés representó para Manuel Benítez. Y el 20 de noviembre de 2021 constituirá para el nuevo entrenador lo que el 25 de mayo de 1963 supuso para el torero por antonomasia: el todo o nada. Estrenarse perdiendo frente al Español constituiría un gatillazo en el momento más inoportuno. No le arriendo, en cualquier caso, la ganancia al de Tarrasa. Suceder a Luis Enrique o Ernesto Valverde hubiera sido un regalo del cielo, con Messi y cía en plenitud. Nada que ver con el marrón al que se enfrenta en un equipo con 11 lesionados, con la gran esperanza blanca, Ansu Fati, abonado a la enfermería, el seis (¿siete en breve?) veces Balón de Oro en París, noveno en la tabla, a cinco puestos de Champions y una quiebra técnica que impide adquirir una medianía salvo que arribe gratis y no digamos ya contratar una megaestrella. Lo primero que debe hacer el hombre al que la FIFA y «France Football» robaron el máximo galardón individual en enero de 2011 es recuperar ese estilo Barça que ha triunfado históricamente y que, para más inri, casa a las mil maravillas con los jugadores de que dispone. Ya se sabe lo que aconsejan las mejores escuelas de coaching estadounidenses: lo que funciona no se toca. Con los Busquets, Gavi, Pedri, Dembélé, Riqui Puig, Ansu Fati y el De Jong bueno no queda otra que tirar de tikitaka, tikitaka 1.0 o 4.0, pero tikitaka. Lo segundo será bucear en esa cantera que tan bien conoce en busca de ese mirlo blanco que, tras el sí, pero no de Ansu Fati, se echa en falta. Y cruzar los dedos para ver si les toca el Gordo en Navidad, el Euromillón o encuentran pasta en alguna caja fuerte del Camp Nou con la que traer a ese Koundé que desea a toda costa, el Haaland por el que moriría Laporta, Pogba, Sterling o ese Dani Olmo que se adivina como uno de los gigantes del fútbol europeo. Le deseo lo mejor. Porque me cae de cine, pero también porque sin un Barça fuerte la Liga de CorrupTebas es un pan sin sal. Eso sí: siempre que no quede por encima del mejor equipo de la Historia. Hasta ahí podíamos llegar.