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Grupo C

Mundial de Qatar 2022. Argentina acompaña a Messi a octavos

Leo fue arropado por sus compañeros después de fallar un penalti para que la albiceleste pudiera derrotar a Polonia (2-0)

Messi y sus compañeros celebran la clasificación para octavos
Messi y sus compañeros celebran la clasificación para octavosRonald WittekAgencia EFE

Argentina celebra que ya está en los octavos de final con un grito de liberación. Mac Allister hizo en el comienzo de la segunda mitad lo que no pudo hacer Messi desde el punto de penalti en la primera. Lo que no pudo hacer el «10» lo hizo el «20», que remató a gol dentro del área un pase de Nahuel Molina desde el costado derecho.

Para Mac Allister el gol era una especie de venganza familiar. Su padre, un voluntarioso lateral izquierdo pelirrojo al que apodaban por eso el «Colorado», compartió equipo con Maradona en Boca y acompañó a Diego en la repesca del Mundial 94 contra Australia, pero se quedó fuera de la lista definitiva de Basile para Estados Unidos. Lo que el papá no pudo hacer con Maradona lo intenta conseguir con Messi en Qatar.

Con Messi y con miles de argentinos que se dejan la garganta en las gradas. El estadio 974 tiembla cada vez que los argentinos huelen el peligro. Es una estructura de contenedores de transporte marítimo que trata de amortiguar como puede los saltos y los pateos de los seguidores de la albiceleste. La vida les va en el partido. En todos los partidos, pero más en este y el estadio vibra con ellos.

Los argentinos celebran como un gol la revisión del VAR de un posible penalti. Y festejan cuando lo pitan como si ya hubieran ganado la Copa del mundo. Aunque aún no haya nada que festejar, ellos festejan. Y festejan a Messi como el ídolo que es aunque Szczesny le detenga el lanzamiento del penalti que no era. «Messi, Messi», gritan después del fallo desde los once metros.

No había motivos para dudar de su selección, que ha sabido reponerse del accidente sufrido en la primera jornada con la derrota ante Arabia Saudí. Contra México despejó el miedo como pudo, pero ante los polacos volvió a sentirse segura. Con Messi dirigiendo el juego a su antojo y con Julián Álvarez arriba y Enzo Fernández en el medio para acompañar.

Scaloni escucha al césped y la selección argentina fue más ordenada, más directa y más capaz. Ayudaba la incapacidad de Polonia, que tiene a la paciencia y a Lewandowski como únicas virtudes. El delantero del Barcelona se aburre de ver los partidos desde lejos. No le llega un balón, ni se le acerca.

Y Argentina, mientras, al ritmo de sus seguidores, iba dominando el partido y buscando el gol que le faltaba para recuperar el ritmo normal de respiración.

El gol de Julián Álvarez le dio la vida. Y se desató la hinchada. Argentina llegaba como una de las favoritas y volvía a sentirse una de ellas. Y los argentinos volvían a festejar.

Aunque ese gol ya lo habían cantado antes, en otro remate de Mac Allister que atrapó Szczesny y que los hinchas sólo se imaginaban dentro de la portería. Temían que ese grito se les quedara en la garganta y fueron llamando al gol como si fuera un ensayo. El gol lo habían soñado también en la primera mitad con un córner directo que lanzó Di María. Hasta que Julián Álvarez, el delantero que Guardiola fue a sacar de River para llevarlo al Manchester City lo hizo realidad.

La Argentina corregida de Scaloni funciona mejor que la original. Con Acuña en la banda y con Enzo Fernández como acompañante de Mac Allister y de De Paul en el centro del campo. Aunque el jugador del Atlético imite los peores vicios de Messi, esos que sólo Leo se puede permitir, como regresar andando después de perder una pelota.

De Paul no es De Paul y Messi es un poco menos Messi, pero Argentina sigue siendo Argentina.