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Hípica

Lis Hartel, la amazona que venció a la parálisis

La amazona danesa fue doble medallista olímpica desafiando una parálisis provocada por una poliomelitis durante su segundo embarazo

Lis Hartel
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Lis Hartel era una amazona danesa de Doma Clásica que desafió la parálisis para volver a montar y conquistar dos medallas olímpicas.

Nacida en Copenhague en 1921, Hartel creció entre caballos y pronto demostró un talento extraordinario para la Doma, una disciplina donde la elegancia y la precisión se funden con la conexión más sutil entre jinete y caballo. En los años cuarenta ya competía al máximo nivel y soñaba con representar a Dinamarca en los Juegos. En 1944, a los 23 años y embarazada de su segundo hijo, contrajo poliomielitis. La enfermedad la dejó parcialmente paralizada de las piernas, incapaz de mantenerse en pie sin ayuda. Los médicos fueron tajantes: nunca volvería a montar. Lis se negó a aceptar ese final. Su carácter, forjado en la disciplina de la Doma Clásica, la llevó a luchar con una paciencia y una fe inquebrantables. Pasó años en rehabilitación y adaptó su cuerpo a nuevas formas de equilibrio hasta lograr volver a montar con la ayuda de otros y apoyándose en la fuerza del tronco.

Con su inseparable "Jubilee", un ejemplar noble y sensible, recuperó la armonía y la elegancia que la habían caracterizado. No podía subir sola al caballo, pero una vez en la montura, su dominio era absoluto. "Cuando estoy sobre ''Jubilee'', olvido que tengo una discapacidad", decía. En 1952 fue seleccionada para representar a Dinamarca en los Juegos de Helsinki, donde compitió en Doma Clásica.

Hartel y "Jubilee" ofrecieron una actuación impecable que les valió la medalla de plata olímpica. Al terminar, incapaz de desmontar sola, recibió la ayuda del ganador, el general sueco Henri Saint Cyr, quien se acercó a levantarla ante los aplausos del público. Aquella imagen, un símbolo de respeto y humanidad, dio la vuelta al mundo. Cuatro años más tarde, en los Juegos de Estocolmo de 1956, Lis repitió la hazaña y volvió a subir al podio con otra plata.

Tras retirarse, dedicó su vida a la rehabilitación ecuestre para personas con discapacidad, promoviendo el uso terapéutico del caballo y sentando las bases de la equinoterapia. Su historia inspiró a miles de jinetes y deportistas con limitaciones físicas a no rendirse, a confiar en que la conexión con el caballo puede ser una forma de libertad.

Lis Hartel fue mucho más que una medallista olímpica: fue una pionera. Rompió barreras de género en un deporte tradicionalmente masculino, ya hoy totalmente igualitario, y demostró que la excelencia no depende del cuerpo, sino de la voluntad. Su ejemplo cambió la percepción del papel de la mujer en la Doma Clásica y abrió camino para generaciones futuras de amazonas. Lis falleció en 2009, a los 87 años, dejando un legado inmortal.

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