LaLiga Santander

Sólo el Atlético mejora

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El equipo de Simeone, que el año pasado era quinto a estas alturas, ahora es líder por la diferencia de goles. El Real Madrid repite sus números de la temporada pasada a estas alturas y el Barça tiene dos puntos menos.

Atlético de Madrid: Más ofensivo y goleador que nunca

El partido del domingo en Valencia es el ejemplo del crecimiento del equipo que entrena Simeone, que ahora es capaz de adaptarse a encuentros que antes le resultaban incómodos y ganarlos a pesar de fallar dos penaltis. El curso pasado a estas alturas ya había sido derrotado por el Barcelona en el Calderón y por el Villarreal en El Madrigal. Este año se ha encontrado ya con los azulgrana, pero ha cambiado una derrota en casa por un empate en el Camp Nou. El Atlético se siente fuerte después de la igualada del Camp Nou y la victoria ante el Bayern en la Champions, capaz de enfrentarse a los equipos más poderosos de Europa y salir ileso. Continúa invicto en las dos competiciones y es líder en España por diferencia de goles.

La fortaleza defensiva ha sido la base del éxito rojiblanco desde que lo dirige el Cholo. Oblak fue el portero menos goleado de Primera la temporada pasada, igual que lo había sido Courtois en sus dos últimos cursos como rojiblanco. Este año se muestra aún más efectivo en defensa –sólo ha recibido dos goles por los cuatro del pasado octubre– y a su firmeza defensiva le ha añadido más eficacia ofensiva. Ha pasado de marcar 10 goles a 14 y Griezmann es el mejor rematador del campeonato, con seis tantos.

El Atlético ha aprendido a dominar los partidos, a ser igual de efectivo cuando se ve obligado a tener la pelota que cuando tiene espacios para correr al contraataque. La imagen que dio en Valencia la refuerzan los números. Con Simeone, siempre los contrarios habían tenido más la pelota, pero este año por primera vez supera el 50 por ciento de posesión. Llega al 53 y, aunque mantiene la misma estadística de remates recibidos que la temporada pasada (9,7 por partido), ha aumentado sus remates a la portería contraria. Antes eran 12,5 por partido y ahora son 16,6. Dispara cuatro veces más por encuentro. Ha perdido el miedo a gobernar los partidos.

«Mis jugadores son increíbles. Tienen una fuerza y una continuidad en el esfuerzo que no se premia», decía Simeone después de derrotar al Valencia. «Nuestra fuerza es como grupo. Tenemos un plantel muy competitivo, sobre todo si los futbolistas entienden que el equipo es primero», añadía. Gameiro lo ha entendido rápido. Llegó como goleador, pero es el mejor pasador del Atlético. Ha dado ya tres goles a sus compañeros este año; el último, el domingo, a Griezmann.

Real Madrid: Diez días para otro salto de Zidane

Zidane reactivó al Real Madrid con su llegada. Convirtió un equipo dubitativo y sin chispa en un grupo unido, convencido y que acabó ganando la Liga de Campeones e igualando el récord de victorias consecutivas en Liga. El gran salto empezó menos de dos meses después de su aparición en el banquillo, tras su única derrota en 27 partidos de Liga. Fue ante el Atlético, en el Bernabéu, en lo que parecía el fin prematuro del «efecto Zizou». El discurso del técnico aquella tarde fue idéntico al que pronunció el domingo pasado tras empatar frente al Eibar: quería trabajar para buscar soluciones y para que el equipo pusiera toda la intensidad desde el principio. Desde entonces, una victoria detrás de otra, los futbolistas, encantados con su método y cercanía, y la «Undécima» en la sala de trofeos del estadio.

Aquella caída ante el Atlético en una tarde sin inspiración fue el impulso para cerrar con éxito una temporada tortuosa y comenzar la siguiente en buena forma sumando la Supercopa de Europa en Noruega. Desde entonces, el francés no ha perdido en LaLiga, pero tres empates (cuatro con el de Dortmund) son demasiado para el Real Madrid y nadie lo sabe mejor que «Zizou». «Sé dónde estoy y no estoy preocupado», repite, dispuesto a aprovechar los diez días de parón que tiene por delante para dar un segundo impulso a un proyecto que ya levantó y que ahora es completamente suyo.

Tras perder otros dos puntos y el liderato en solitario, Zidane habló una vez más de intensidad, de «meter todo» individualmente desde el minuto uno. «Algo que antes hacíamos y que ahora no. Algo pasa y no puede ser», insistía, citando sus palabras de aquel día en el que perdió su único partido de Liga hasta ahora.

Precisamente entonces, Casemiro no salió del banquillo y después jugó casi todo lo posible. Ahora vuelve a no estar el brasileño, como tampoco Marcelo ni Modric, pero Zidane defiende una plantilla «difícilmente mejorable» y en la que ha buscado que todos estén implicados. «Con o sin Modric, no nos falta juego. Es mi sensación», replica a los que extrañan al croata.

Está dispuesto a darle el mando a los demás (Isco y James frente al Eibar antes de la lesión del colombiano en el calentamiento) y va a trabajar para que le respondan. «No voy a perder los papeles», insiste, recordando que queda mucho. El equipo es colíder a pesar de perder seis puntos inesperados. Como aquellos tres que se le escaparon por un gol de Griezmann antes de empezar a volar.

Barcelona: El riesgo de las rotaciones sin Messi

Los registros del Barcelona son los peores de la etapa de Luis Enrique al frente del equipo. Las rotaciones, la ausencia de Messi y los fallos de Ter Stegen han impedido que los azulgrana alcancen el liderato. Un triunfo en Vigo les hubiera dado el primer puesto, pero Balaídos se ha convertido en un campo maldito para el Barca. Dos derrotas y cuatro goles encajados en cada partido han puesto al técnico asturiano en el disparadero.

El Barcelona realizó en verano un gran desembolso para tener fondo de armario. Llegaron Umtiti, Digne, André Gomes, Denis Suárez, Paco Alcácer y el portero Cillesen con la idea de que las vacas sagradas tuvieran más descanso en una temporada muy cargada de partidos. Y el «plan B» no ha funcionado. Contra el Alavés, con Messi e Iniesta en el banquillo, llegó la primera derrota. Luis Enrique tuvo que tirar de ellos en el segundo tiempo, pero no hubo remontada y se consumó el desastre en el Camp Nou. El empate frente al Atlético fue el mal menor. Simeone se refugió en su campo tras el tanto de Correa y dio por bueno el punto cuando el Barça, lesionados Messi y Busquets, se tambaleaba. Cuatro días después goleó (0-5) al Sporting en El Molinón sin Messi e Iniesta y volvió la calma a Can Barça.

Después de ganar en Alemania al Borussia Mönchengladbach, sin jugar bien, parecía que todo estaba controlado y el partido de Vigo se afrontaba con garantías, pese a que Luis Enrique advirtió, por activa y por pasiva, del peligro de su ex equipo.

Y el técnico decidió prescindir de Mascherano, Iniesta y Rakitic. Después se ha conocido, lo ha desvelado su seleccionador, que el croata tiene una lesión en el tendón de Aquiles. El Celta, en una primera parte excepcional, se fue al descanso con tres goles de ventaja y Luis Enrique tuvo que volver a recurrir a Iniesta, como el día del Alavés. Y tampoco el concurso del manchego cambió el panorama. La remontada la echó por tierra el meta Ter Stegen con su grave error. Un error disculpado por su entrenador, pero que ha abierto el debate sobre su forma de jugar y los riesgos que corre.

Conclusión: las rotaciones no han funcionado, el equipo acusa la baja de Messi y sin Iniesta de titular sucede lo de Balaídos. La alarma suena en el vestuario, pero la realidad es que el Barça había perdido dos partidos a estas alturas del curso pasado.