Entrevista

Víctor Charneco: «El enganche de los campeones de Europa es que eran un grupo de tíos normales»

«El oro inesperado» revela desde dentro alguno de los secretos que llevaron a España a ganar el oro en el último Eurobasket

Presentación de "El oro inesperado" de Víctor Charneco con Jorge Garbajosa y varios jugadores de la selección
Presentación de "El oro inesperado" de Víctor Charneco con Jorge Garbajosa y varios jugadores de la selecciónFEBEuropa Press

La selección campeona de Europa y del mundo empezó la pasada semana la preparación para el Mundial de Filipinas, Japón e Indonesia que coincide con el año del Centenario de la Federación Española de Baloncesto. Víctor Charneco (1-8-1976, Zafra) es el director de comunicación de la FEB y autor de «El oro inesperado». Un relato en el que desvela alguno de los secretos de España en el pasado Eurobasket. Los jugadores ya celebraron el pasado martes la primera cena de la concentración como la del 31 de julio del año pasado cuando empezó una aventura que terminó con el oro ante Francia.

¿Hay alguna similitud de este equipo con el de hace un año?

La transición que era evidente el año pasado ya se ha superado y sorprendería menos que el equipo fuera capaz de ganar el oro. Ahora nadie nos va a ver como tapados. En aquel equipo había una sensación entre los jugadores que los de fuera no confiaban en nosotros, por lo de los rankings de la FIBA o las casas de apuestas, pero ellos sabían de lo que eran capacese. El equipo fue engranándose, cogiendo confianza y al final de la primera fase España ya no era el tapado para casi nadie y después de los partidos de octavos ante Lituania era una evidencia que ya estábamos en la pelea.

¿Cómo explica el papel de tipos como Parra o Sebas Saiz?

Parra es el tío que está en el centro de la canción cuando salen a jugar. Esa es una señal de alguien que en algunos momentos del campeonato, como sucedió con Sebas, no es importante en la pista, pero fuera de ella sigue siendo un pegamento que ayuda a construir el equipo. Siempre están de buen humor, no hay una mala cara, tiran del equipo a la hora de compartir videojuegos fuera de la pista, la pocha, poner la música, lanzar el grito de «Jaleo»... La disposición para el trabajo, para el esfuerzo, para la ayuda a los demás es máxima. Empastar a los más veteranos con los más jóvenes es una de las claves que nos pone donde estamos.

¿Este año hará falta frenar a Garuba cuando habla del oro?

Su espontaneidad lo que transmite es una competitividad que forma parte del ADN de España. Vamos a competir como sabemos, a dejárnoslo todo, siempre con la máxima humildad y eso es algo en lo que incide mucho. El ejemplo es el vídeo de 2014 -el batacazo en cuartos ante Francia en el Mundial que se celebró en España- que vieron el miércoles nada más empezar la concentración.

El personaje más apasionante del relato es el seleccionador...

Sí. He aprendido muchísimo como persona y como profesional trabajando cerca de él. Su ética de trabajo, su impecable educación, su respeto por todos los profesionales, su capacidad por delegar y valorar a cada uno, su gestión del grupo, el no relajarse nunca, el tener un plan B... después de la remontada ante Finlandia y cuando llegaba al vestuario Luis Guil comentó: «Y no hemos tenido que utilizar la jugada X». Parecía que habíamos agotado todos los recursos para remontar, pero había más argumentos preparados. Otro ejemplo: el día de la presentación del primer equipo dije aquello de última pregunta y antes de responder a la pregunta en cuestión soltó: «Agradezco que sea la última porque ahora tengo que ir a ver a los sub’18». Ese es Scariolo.

Después del último oro su figura es indiscutible...

Es que son diez campeonatos, ocho medallas, cinco de oro... La selección campeona de Europa era un equipo de autor. No íbamos con el ejército de Pancho Villa, había un buen grupo de jugadores, pero él supo combinarlos para que las carencias se difuminaran y las virtudes se potenciaran. El enganche de equipo del año pasado con la gente es porque se trataba de un grupo de tíos normales, haciendo bien su trabajo, obedeciendo a un gran director de orquesta y que acabaron en lo más alto.