Actualidad

Economía

«Es peligroso que la clase media se esté debilitando en todo el mundo»

Vaclav Smil, Profesor Emérito de la Universidad de Manitoba
Vaclav Smil, Profesor Emérito de la Universidad de ManitobaRuben mondelo

«El gas jugará un papel decisivo en la Transición Energética, pues es el combustible fósil más limpio y mejor». Esta afirmación es del autor de cabecera de Bill Gates. Vaclav Smil, un científico checo, profesor emérito de la Universidad de Manitoba (Canadá), que ha estado recientemente en España de la mano de Fundación Naturgy. Este hombre polifacético, ha abordado en su extensa obra cuestiones como la energía, el cambio ambiental y poblacional, la producción de alimentos y la nutrición, la innovación técnica, la deslocalización industrial o las políticas públicas.

– La actualidad obliga. ¿Qué opina de la Transición Energética que tenemos todos pendiente?

– Llevará tiempo. Estos retos tan amplios tardan porque requieren, antes de nada, inversiones muy cuantiosas. Son procesos que se miden en décadas. Recordemos, por ejemplo, que el primer coche fabricado en masa lo hizo Ford en 1908, pero no llegó de forma generalizada a Europa hasta la década de 1960.

– ¿Le parecen realistas los Objetivos 2050?

– ¡No! Son imposibles. No se pueden alcanzar en apenas 30 años.

– Y el Plan de la candidata Elizabeth Warren de convertir toda la energía en renovable casi de la noche a la mañana...

– Hablamos de cifras enormes, desorbitantes. Es inviable. Utópico. Cambiar los muebles de una sala se puede hacer en una hora, pero los de todas las salas de todo el mundo, ya es otra cosa. Lo mejor es pensar en ejemplos pasados. Las transformaciones de envergadura necesitan años y años. Seamos realistas, hay mil millones de personas en el mundo que aún no tienen electricidad.

– ¿Es irrealizable por falta de recursos o también por la resistencia de determinadas empresas y lobbies a que las energías fósiles dejen de ser las estrellas?

– No es un problema de recursos, sino de la envergadura del reto. Se trata de cambiar un sistema muy complejo.

– ¿Cuál es el mix energético del futuro?

– Depende del país. Donde yo vivo será cien por cien hidroeléctrico. Una gran parte de China también.

– ¿Qué papel jugará el gas?

– Decisivo, pues es el combustible fósil más limpio y mejor. Estoy muy a favor del gas natural.

– ¿Cree en la economía circular?

– De nuevo, habría que analizar qué significa ese concepto. Claro que deberíamos reciclar mucho más, pero el reciclaje tiene límites. Nunca nos podremos convertir en una economía circular total.

– Parece evidente que Occidente, sobre todo Europa, se ha quedado atrás en innovación. ¿Por qué? ¿A qué se debe?

– Realmente no lo sé. Es difícil medirlo porque innovación es un término difícil de definir. Siempre cuestiono esas palabras que se han convertido en mantras.

– Sí, pero en determinadas tecnologías y procesos, los europeos nos hemos quedado atrás con respecto a Asia, por ejemplo.

– Lo mismo ocurre en Estados Unidos y Canadá. Es el resultado de la globalización de la producción. Pongamos el foco, por ejemplo, en los «smartphone». Se montan en China, no se fabrican, con componentes de 14 países distintos. El 95% de su valor proviene del extranjero. Desde Países Bajos a Corea del Sur pasando por Francia, Alemania, Estados Unidos o Japón. Y los chinos aportan el 5% restante al ensamblarlo porque la mano de obra es barata. Esto no significa que la innovación se haya muerto en los demás países porque gran parte de los componentes tiene su origen en occidente.

– ¿Las deslocalizaciones masivas de las fabricaciones tienen vuelta atrás?

– A corto plazo, no. Lo que está ocurriendo es que los costes de mano de obra han aumentado en China y ya estamos viendo que muchos productos se fabrican en Vietnam, Camboya, Pakistán o Bangladesh, pero solo en algunos campos como el textil. Una vez que compañías como Apple, han invertido tanto en los sistemas de montaje en China, no es fácil relocalizarse.

– Cada vez se escuchan más voces reclamando una reinvención del sistema económico dominante. ¿Está de acuerdo con quienes piden uno más humano?

– Yo viví en un país comunista durante muchos años y he vivido ese socialismo de economía humana. La socialdemocracia de Alemania, Dinamarca y Suecia funciona, hasta cierto punto. Ninguno de los que existen hoy en día son perfectos. Todos tienen fortalezas y debilidades, y la gente siempre busca lo mejor. Una gran parte de la innovación procede de EE UU y, al mismo tiempo, es la única economía occidental que no tiene sanidad pública.

– El trabajo ha dejado de ser el principal distribuidor de la riqueza. La productividad aumenta con menos mano de obra. – Hoy en día te puedes convertir en un millonario con más facilidad que antes como consecuencia de la globalización de los mercados, lo que conlleva el aumento de las desigualdades.

– ¿No le parece arriesgado que la clase media, que tanto ha aportado al equilibrio de las sociedades, esté menguando tanto?

– Ése es un gran peligro. Ha sido un logro relevante de la civilización occidental crearla.

– ¿Es partidario de fórmulas como la renta básica para reequilibrar?

– En absoluto, aunque sería una opción más fácil de desarrollar y mantener que las redes sociales para la redistribución que tenemos hoy en día. Vaclav Smil lo tiene clarísimo: «El sistema educativo en el mundo occidental es disfuncional». Es más, recalca: «Todos son malísimos». El profesor emérito de la Universidad canadiense de Manitoba explica que «estamos preparando a demasiadas personas para puestos de trabajo que no existen». «Estamos en uno, España», agrega, «que es un perfecto ejemplo de esta situación». «Hemos exagerado el tema de la Educación Secundaria en estos países. En 1950 el 5% entre 18 y 24 años estudiaban. Ahora, es el 60%. Hay demasiadas personas que van hoy a la Universidad y, después, no pueden encontrar empleo en su especialidad».

Vaclav Smil lo tiene clarísimo: «El sistema educativo en el mundo occidental es disfuncional». Es más, recalca: «Todos son malísimos». El profesor emérito de la Universidad canadiense de Manitoba explica que «estamos preparando a demasiadas personas para puestos de trabajo que no existen». «Estamos en uno, España», agrega, «que es un perfecto ejemplo de esta situación». «Hemos exagerado el tema de la Educación Secundaria en estos países. En 1950 el 5% entre 18 y 24 años estudiaban. Ahora, es el 60%. Hay demasiadas personas que van hoy a la Universidad y, después, no pueden encontrar empleo en su especialidad».