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La COVID-19 aleja el objetivo del acceso universal a la electricidad

Los esfuerzos mundiales son insuficientes para alcanzar el plan de la ONU de extender el uso de energías asequibles y sostenibles

Casi 800 millones de personas en el mundo viven sin acceso a la electricidad
Casi 800 millones de personas en el mundo viven sin acceso a la electricidadArchivo

A pesar de los acelerados avances en la última década, el mundo no logrará garantizar el acceso universal a una energía asequible, segura, sostenible y moderna antes de 2030 a menos que los esfuerzos se amplíen de manera significativa, según la última edición de Seguimiento del ODS 7: «Informe sobre los avances en materia de energía» dado a conocer el pasado mes de mayo por el Organismo Internacional de Energía (OIE), la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), la División de Estadística de las Naciones Unidas (UNSD), el Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

De acuerdo con el documento, antes del inicio de la crisis provocada por la COVID-19 se habían conseguido logros importantes en varios aspectos del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 7. Estos incluyen una reducción notable del número de personas que carecen de acceso a electricidad en todo el mundo, un aumento considerable de la energía renovable para la generación de electricidad y mejoras en el ámbito de la eficiencia energética. A pesar de estos avances, los esfuerzos mundiales siguen siendo insuficientes para alcanzar en 2030 las metas principales del ODS 7.

La cantidad de habitantes sin acceso a electricidad se redujo de 1.200 millones en 2010 a 789 millones en 2018. No obstante, en virtud de las políticas entonces en vigor o previstas con anterioridad al inicio de la epidemia de la COVID-19, se estima que 620 millones de personas seguirán sin tener luz eléctrica en 2030 y el 85% de ellas vivirán en África al sur del Sahara.

Millones de muertes

En 2017, casi 3.000 millones de personas continuaban sin tener acceso a formas no contaminantes para cocinar, principalmente en Asia y África subsahariana. Esta paralización de los avances desde 2010 provoca millones de muertes anuales debido a que las personas deben respirar el humo originado por combustibles y tecnologías contaminantes que se usan para cocinar. La proporción de energía renovable en la combinación energética mundial apenas aumenta gradualmente, a pesar del rápido crecimiento de la energía eólica y solar para la generación de electricidad. Es por eso que se necesita un mayor crecimiento de las energías renovables en todos los sectores para acercarse a la meta del ODS 7, ya que los avances en las áreas de la calefacción y el transporte están muy rezagados con relación a su potencial. Tras los grandes logros alcanzados en materia de eficiencia energética en el mundo entre 2015 y 2016, el ritmo ha disminuido. La tasa de mejora debe acelerarse drásticamente, del 1,7 % en 2017 al 3%, como mínimo, en los próximos años.

Flujos financieros

El informe de 2020 introduce el seguimiento de un nuevo indicador, el 7.A.1, sobre los flujos financieros internacionales hacia los países en desarrollo para apoyar las fuentes de energía no contaminante y renovable. Aunque los flujos totales se han duplicado desde 2010, alcanzando la cifra de 21.400 millones de dólares en 2017, solo el 12% llegó a los países menos adelantados, que son los que están más lejos de alcanzar las distintas metas del ODS 7. «La pandemia de la COVID-19 ha puesto de relieve las profundas desigualdades que existen en todo el mundo en cuanto al acceso a una energía moderna, asequible y sostenible. La electricidad ha sido un pilar fundamental de la respuesta a la emergencia de salud pública en muchos países, pero cientos de millones de personas en todo el mundo todavía carecen de acceso básico a ella, la mayoría en África al sur del Sahara», señaló el Fatih Birol, director ejecutivo del Organismo Internacional de Energía. «Incluso antes de la actual crisis sin precedentes, el mundo no estaba en vías de cumplir los objetivos principales en materia de energía sostenible. Ahora, es probable que sean aún más difíciles de lograr. Esto significa que debemos redoblar nuestros esfuerzos para llevar energía asequible, segura y más limpia a todos –especialmente en África, donde la necesidad es mayor– a fin de construir economías más prósperas y resilientes».

Francesco La Camera, director general de IRENA, sostuvo por su parte que «ahora más que nunca ha llegado el momento de una cooperación internacional audaz para subsanar la brecha de acceso a la energía y situar la energía sostenible en el centro de las medidas de estímulo económico y recuperación».