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La trastienda de Calviño en Bruselas y Washington

La Comisión Europea dice en público que el plan presentado por Moncloa está muy bien, pero en privado exige hacer reformas

La vicepresidenta y ministra de Asuntos Económicos y Digitalización, Nadia Calviño
La vicepresidenta y ministra de Asuntos Económicos y Digitalización, Nadia CalviñoEUROPA PRESS/E. Parra. POOLEuropa Press

«Los suyos», es decir los altos cargos de la eurocracia, de la que no nos olvidemos ella forma parte, han dicho a Nadia Calviño, por lo menos en público, que vale, que el plan presentado por España en Bruselas está muy bien. Sin embargo, es necesario mirar a la trastienda, a lo que pasa detrás. Y según me cuentan desde la capital comunitaria, en privado la Comisión Europea ha insistido en que es necesario hacer reformas, en que todo lo relativo a la legislación laboral y a los cambios en las pensiones es muy poco concreto, por lo que los de Madrid deben afinar más. Además, tampoco se fían de las cuentas. Y esta es una vertiente de la situación a la que se debe prestar mucha atención, para que no suceda cómo en la época de Zapatero, cuando en público los de Bruselas se deshacían en alabanzas a la entonces ministra Salgado, mientras entre bambalinas apretaban las clavijas al Gobierno español a base de bien. Todo lo que está pasando con los planes de Moncloa debería ser más transparente, tanto allí, como aquí, pero me temo que esto es pedir peras al olmo.

Mientras tanto, en Bruselas siguen con mucha atención los primeros pasos de la Administración Biden. De entrada, las relaciones van a mejorar en un punto: los de la Comisión Europea y también en los Estados miembros no se despertarán pendientes del último mensaje de Trump en esa red social a la que era tan aficionado, en el que anunciaba, por ejemplo, nuevos aranceles. Pero, a partir de ahí, poco más cabe esperar a corto plazo, por lo menos en el terreno comercial.

Creo que el que aguarde gestos como reducir las tasas que pagan muchos productos comunitarios, entre ellos los agroalimentarios emblemáticos, como el aceite de oliva en el caso de España, o el vino en el de Francia, se equivocan de principio a fin. Las formas de Washington serán, en principio, diferentes, pero para que cambien las cosas en el fondo de las cuestiones deberá pasar un tiempo. Eso suponiendo que llegue a suceder. Ya lo veremos. Y, todo, sin perder de vista a China.