En primera línea
«Vernos trabajar en el supermercado ha tranquilizado a los clientes»
Los trabajadores cuentan sus experiencias durante estos meses de pandemia, en los que se ha reconocido su papel como servicio esencial
Hay mucho que agradecerles. Los trabajadores de los establecimientos de alimentación han estado desde el primer día en primera línea, expuestos a la Covid-19 por su contacto directo con la gente, pero con una gran sentido de la responsabilidad, porque son un servicio esencial. Pero, además, han contribuido a normalizar una situación en la que todo parece estar del revés, dejando abierta una puerta a la rutina que se agradece mucho en ciertos momentos.
«Al principio de la pandemia había mucho nerviosismo entre nuestros “jefes” (así llama Alejandro Radlowski, empleado de Mercadona, de forma cariñosa a los clientes). Nuestro trabajo en la tienda en esos momentos, además de reponer o cobrar, también fue dar tranquilidad, insistiéndoles en que la reposición estaba garantizada. Cuando fueron pasando los días y los “jefes” vieron que lo que decíamos era cierto, las cosas empezaron a estar más tranquilas». Así han seguido las cosas hasta hoy, «donde todo, tanto la tienda como al atención funcionan con absoluta normalidad». En este tiempo, Alejandro destaca «el apoyo entre compañeros. Nos hemos ayudado todos volcándonos en atender a los clientes, intentando tranquilizarlos en los peores momentos. El hecho de poder verles en la tienda, y que ellos nos vieran trabajando con normalidad, yo creo que nos ayudaba a todos».
Las medidas de seguridad que enseguida tomaron las tiendas han contribuido en gran parte a esa sensación de calma: «Llevamos ya casi un año en esta situación. Así que tenemos muy interiorizadas las rutinas de protección, seguridad e higiene», dice Yoana Nieto, encargada de un supermercado Gadis en Valladolid. «Yo creo que los clientes agradecen poder hacer su compra con seguridad», sostiene. Para esta joven, los meses vividos «han sido una experiencia muy intensa, sobre todo al principio», pero confiesa que, pese a «momentos puntuales complicados, me ha podido la satisfacción de prestar un servicio esencial a tantas personas».
Todos los trabajadores con los que hemos hablado coinciden en un aspecto: se ha visto reconocido su trabajo, muchas veces a través de gestos de cariño como aplausos o dibujos de los niños, e incluso con mascarillas o un café.
«Nuestros clientes son vecinos de la zona que acuden de forma habitual y con los que tenemos un trato cercano, y conocen nuestras rutinas», señala Nora Cuevas, responsable de una tienda DIA de Madrid. «Con el cierre de bares y cafeterías por las restricciones, algunos de ellos nos trajeron café en el descanso de la mañana, para que no tuviéramos que llevarlo de casa». Nora asegura que estos gestos «nos hacen el día más ameno y nunca los vamos a olvidar».
Alicia Taboada, encargada del BM de Collado Villalba, afirma que «hemos tenido momentos muy duros», pero «nos hemos sentido muy arropados en numerosas ocasiones. Recuerdo con especial cariño la carta que recibimos de la hija de una clienta anciana, a la que diariamente le llevábamos la compra a su domicilio». Alicia subraya como una parte muy positiva de estos meses «el trabajo en equipo, la buena disposición de todos los compañeros y el apoyo que nos hemos prestado entre todos».
Asimismo, destaca el servicio de apoyo emocional que puso la empresa para los empleados que lo necesitasen, y algunas acciones de ocio, «como un concurso de dibujo para nuestros hijos y la grabación de vídeos que hemos compartido en nuestras redes».
Agustina Gómez, socia de una tienda Covirán en Pegalajar (Jaén), recuerda que «tener un negocio nos ha cambiado el día a día, no puedes hacer tu rutina, nos ha privado del contacto con los padres, de los abrazos... hay que ser reponsables», porque están de cara al público y hay que evitar riesgos.
A lo largo de la pandemia «se ha intensificado el reparto a domicilio», por lo que los clientes «nos dan las gracias, nos felicitan. Nos hemos sentido muy arropados». Agustina recuerda una preciosa iniciativa cuando las mascarillas escaseaban y los clientes «nos traían una de tela cada día hecha por ellos mismos». Además, confiesa que tiene ganas de «que esto acabe», por lo que confía en que la vacuna devuelva la normalidad.
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