Choques en la coalición
Así fue la guerra entre Díaz y Escrivá en lo más duro de la negociación de los ERTE: “Aguantad, que cede”
La ministra de Trabajo ha estado con la patronal y sindicatos hasta torcer la voluntad de Seguridad Social con el apoyo de Sánchez. «Tenemos unos huevazos así de grandes», dijo Díaz sobre el papel de Escrivá como escollo para llegar a un acuerdo
Al filo de las 13:30 horas de este jueves 27 de mayo, en el Paseo de la Castellana 63, madrileña sede del Ministerio de Trabajo, los reporteros gráficos pudieron inmortalizar con sus cámaras el momento de la rúbrica entre el Gobierno y los agentes sociales del acuerdo sobre la prórroga de los ERTE hasta el próximo 30 de septiembre. El consenso se logró en un tiempo récord de menos de un mes y cuatro días antes de que expirara el plazo para la aplicación de esta herramienta, que ha resultado ser tan eficaz durante la pandemia del coronovarius para no disparar las cifras del paro. ¿Pero qué ocurrió en las horas previas, en las de pura y dura negociación, una vez que los focos mediáticos se apagaron y las puertas se cerraron dando paso a la discreción? ¿Quién dio el brazo a torcer durante esas jornadas de concertación? ¿Quién intermedió para desbloquear lo que se antojaba un consenso imposible de alcanzar tan sólo una semana antes de sellar el pacto?
La realidad es que en este mes escaso de diálogo, las jornadas de negociación presencial y telemáticas se han redoblado en aras a conseguir cerrar un acuerdo antes del 31 de mayo, fecha en la que la aplicación legal de los ERTE decaía. Las llamadas de móvil a móvil han sido un constante, junto con el cruce de guasap. De hecho, la última conversación telefónica que consiguió dar el empujón definitivo al acuerdo data de este mismo miércoles, según confirman a LA RAZÓN fuentes monclovitas. El jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, telefoneó al presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, con el que convino, por sugerencia de Yolanda Díaz, en cerrar el pacto más próximo a las propuestas de la patronalque a las del ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá. Esta decisiva llamada telefónica se produjo después de que Sánchez y Garamendi coincidieran a las 12:30 de la mañana de ese miércoles en el acto de presentación de Plan de Acción para la Internacionalización de la Economía Española 2021-2022, que tuvo lugar en la sede del ICEX España Exportación e Inversiones, en el madrileño Paseo de la Castellana 278, aseguran a este periódico fuentes de la patronal.
Momentos después de este cruce de llamadas, el ministro de Seguridad Social propuso este miércoles al líder de los empresarios mantener una reunión bilateral para acercar posturas sobre el principal escollo de la negociación, las exoneraciones en las cuotas sociales en la prórroga de los ERTE. El encuentro se realizó por videoconferencia y al mismo también asistió por el Departamento de Escrivá el secretario de Estado de Seguridad Social, Israel Arroyo, encargado de llevar las riendas de la negociación técnica en los cuatro encuentros presenciales que se han celebrado durante este mes, según señalan a LA RAZÓN fuentes del Departamento de Seguridad Social. Durante esa reunión bilateral se consiguió superar las desavenencias, acercar posturas y sellar el pacto. Las fuentes consultadas de la Seguridad Social desmienten con contundencia que este acuerdo alcanzado en esta reunión telemática bilateral del miércoles pasado fuera fruto de la intervención del presidente del Gobierno.
Extremo, sin embargo, confirmado por La Moncloa. Fuentes cercanas al presidente achacan a su buen hacer la resolución del conflicto que mantenía Escrivá con la patronal. De hecho, desde la Vicepresidenta Tercera del Gobierno se asegura a LA RAZÓN que el jefe del Ejecutivo era conocedor, en todo momento, de «las piedras que estaba poniendo en el camino de la concertación» Escrivá por la propia ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Escrivá defendía concentrar los incentivos de las cotizaciones sociales en los trabajadores que dejaran los ERTE y regresaran a su empresa. Mientras, la patronal, en sintonía con los sindicatos, quería que esta exoneración se mantuviera también en el caso de que los empleados permanecieran en ERTE.
Pro agentes sociales
Yolanda Díaz siempre ha militado durante esta negociación del lado de las organizaciones sindicales, pero, curiosamente, también de parte del presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, y en contra radicalmente del ministro de Seguridad Social. De hecho, ella misma contó, sin ningún tipo de tapujo ni cortapisa, días atrás como telefoneó el pasado lunes a Garamendi para insuflarle ánimo. «Aguanta, Antonio, aguanta», le espetó convencida como estaba de que, al final, en el seno del Gobierno triunfaría sus tesis respecto a la prórroga de los ERTE y no las de Escrivá. De hecho, confesó que estas llamadas con Garamendi han sido frecuentes a lo largo del diálogo.
En esta ocasión, la ministra de Trabajo no ha sido discreta a la hora de airear sus discrepancias con el titular de Seguridad Social. Eso sí, lo ha hecho en privado, en petit comité. En su guerra sin cuartel, ha llegado a apuntar como escollo del diálogo directamente a la cabeza de Escrivá. «Tenemos unos huevazos así de grandes», criticaba hace escasos días en alusión a la oposición que ha mantenido el ministro durante la negociación con los dedos índices en ristre de sendas manos señalando la dimensión de lo dicho. Al final, en el penúltimo minuto del partido, lo que parecía imposible fue factible por obra y gracia de la intervención de la mano del jefe, animado por la líder de Podemos, su socio en el Ejecutivo. Desde luego, según fuentes gubernamentales, en este pulso Díaz «ha sacado a pasear toda su artillería pesada y lo ha ganado de largo».
Reunión tripartita
Después de que la fumata blanca se extendiera por el cielo de la madrileña Castellana el miércoles de autos, horas más tarde Escrivá convocó una reunión tripartita, ya con los dirigentes sindicales, además de los empresariales, en la que se firmó el armisticio. Al día siguiente, el Consejo de Ministros, reunido con carácter extraordinario, bendijo el acuerdo. Pese a que fuentes próximas a Escrivá desmientan la intervención del jefe de filas, desde el lunes pasado en La Moncloa se tenía claro que habría acuerdo «sí o sí» y que el Consejo de Ministros lo refrendaría antes del viernes, es decir, el jueves. De hecho, este martes así lo reconocía la propia ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno en la tradicional rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.
María Jesús Montero mostró su confianza en que el acuerdo «fructifique a lo largo de las próximas horas o días». «Estamos poniendo todo de nuestra parte». Y tanto que estaban poniendo de su parte. La propia Yolanda Díaz confesaba, con rostro agotado, el cansancio por las jornadas maratonianas de negociación hasta altas horas de la madrugada. Es más, un día antes del acuerdo del miércoles, admitía que no había dormido durante su intervención en un encuentro con la alcaldesa de Barcelona en Madrid. Precisamente, este agotamiento fue la causa de que el médico la diera de «baja» el miércoles pasado y la forzara a anular toda su agenda para recuperarse y descansar, incluida su asistencia a la sesión de control al Ejecutivo en el pleno del Congreso de los Diputados. Veinticuatro horas después se la pudo ver en la firma del acuerdo con los agentes sociales, cansada por el esfuerzo negociador, pero satisfecha por haber torcido, una vez más, la voluntad de Escrivá.
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