Opinión

El desarrollo de Perú bajo el capitalismo

Pedro Castillo quiere abandonar una economía de mercado para reemplazarla por un socialismo mercantilista. Corre el riesgo de echar por la borda de tirar por la borda 30 años de desarrollo

Pedro Castillo, nuevo presidente de Perú
Pedro Castillo, nuevo presidente de PerúPresidenciaAgencia EFE

La victoria de Pedro Castillo en Perú sume al país andino en un clima de incertidumbre institucional sin precedentes, no sólo porque el nuevo presidente aspira a aprobar una nueva constitución con el objetivo de perpetuarse en el poder, sino también porque aspira a imponer un giro de 180 grados en la política economía del país. A saber, abandonar una economía de mercado –con muchas imperfecciones y aspectos a mejorar– para reemplazarla por un socialismo mercantilista. De este modo se corre el riesgo de echar por la borda el principal motor del enorme desarrollo que ha experimentado el país durante los últimos 30 años, cuando comenzaron las reformas tímidamente liberalizadoras en la economía.

Anoten: entre 1990 y 2019, la renta per cápita de Perú pasó de 5.738 a 14.123 dólares internacionales –descontando ya la inflación del periodo–; la tasa de pobreza extrema –definida como el porcentaje de la población que ingresa menos de 5,5 dólares diarios– se redujo desde más del 60% de la población al 20%; la desigualdad, medida a través del índice Gini, pasó de niveles superiores a 50 hasta 41,5 –unas tasas de desigualdad similares a las de EE UU–; la esperanza de vida se incrementó desde 66 años a 76; la mortalidad infantil se redujo desde 56 fallecimientos por cada 100.000 nacimientos a 10; el porcentaje de población desnutrida cayó del 31,6% a menos del 7%; la población con acceso a sanitarios mejorados creció desde el 74% al 87%; el porcentaje de hogares con electricidad subió desde el 70% hasta el 98,3%; los kilómetros de carreteras asfaltadas pasaron de 7.624 a 28.770; además, actualmente, la tasa de analfabetismo se ubica por debajo del 10%, ya hay 1,3 teléfonos móvil por persona, el 60% de la población cuenta con acceso a internet y más de tres cuartas partes de los hogares pobres disponen de agua potable.

Por supuesto, queda mucho por hacer en el Perú. De hecho, esas condiciones de vida serían hoy consideradas inaceptables en cualquier rincón de España. Sin embargo, el desarrollo económico no es algo que se consiga instantáneamente: es el fruto acumulativo de muchos años de mejora continua en las condiciones de producción y de coordinación dentro de una sociedad.

Por eso resulta tan peligroso que Pedro Castillo –y, en general, Perú Libre– quieran poner patas arriba el marco institucional del país para repetir experiencias que han sido pauperizadoras allá donde se han puesto en práctica. Ojalá Pedro Castillo abandone sus ropajes de extrema izquierda –como ya hicieran en el pasado otros personajes como Ollanta Humala– y los peruanos no tengan que lamentar su elección durante los próximos 30 años.