Agricultura

Hundimiento del 20% en la cosecha de cereales

La recogida de otoño invierno bajará de los 15 millones de toneladas, lo que obligará a comprar más en el extranjero. Es muy probable que la previsión se revise a la baja por culpa de las altas temperaturas

Imagen tomada desde un dron de una cosechadora combinada que recolecta la cebada en un campo cercano a la localidad de Villaveta
Imagen tomada desde un dron de una cosechadora combinada que recolecta la cebada en un campo cercano a la localidad de VillavetaJesús DigesAgencia EFE

A medida que pasan los días se confirma el recorte en la cosecha de cereales de otoño invierno. Primero Asaja situaba la producción en cerca de 15,5 millones de toneladas y ahora los comerciantes de cereales y oleaginosas hacen una previsión de 14,7 millones, aunque es muy probable que esta cifra baje más a la vista de las elevadas temperaturas que se están registrando y que causarán una merma adicional de los rendimientos en las zonas más tardías de Castilla y León. Según los datos de la Asociación del Comercio de Cereales y Oleaginosas de España, estaríamos ante una caída del 20% con respecto a la cosecha obtenida el año pasado y del 34,5% si se compara con el récord alcanzado en 2020. De trigo blando se espera recoger 5 millones de toneladas de cereales; la producción de cebada se situará en torno a 7,2 millones, mientras que la de trigo duro podría llegar a las 577.000 toneladas. Finalmente, la producción de avena se situará en 900.000 toneladas, la de centeno en 283.000 y la de triticale en 627.000 toneladas. No obstante, fuentes del sector insisten en que se trata de datos provisionales, que probablemente se revisen a la baja por las elevadas temperaturas de los últimos días.

Esta caída obligará a aumentar las importaciones de cereales, aunque es pronto para realizar estimaciones fiables. Ello se debe a dos factores: el primero, que se desconoce finalmente a cuanto ascenderá la cosecha; el segundo, que se registrará un descenso del consumo para alimentación animal, sobre todo vacuno, ya que los ganaderos están reduciendo la cabaña de animales a la vista del incremento de sus costes de producción como consecuencia de la subida de los precios de los piensos. Fuentes del sector ganadero alertan de este hecho, pero todavía es muy pronto para realizar una estimación del recorte del número de animales que se van a engordar. Mientras, la semana pasada la tendencia dominante en el mercado interior español fue la caída de los precios, aunque en algunas lonjas también hubo repeticiones.

Cuatro años planos

Luis Planas acaba de cumplir cuatro años como ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación. Resulta curioso que, a pesar de los dados que son en este Gobierno y ese departamento en concreto al autobombo y la propaganda, no hayan hecho una campaña para vender su gestión durante este cuatrienio. Quizás sea porque Planas y sus mariachis no tengan mucho de lo que presumir.

Primer ejemplo: la Ley de la Cadena Alimentaria, presentada como la gran solución a muchos de los males que aquejan al sector agrario (precios en origen y contratos) no funciona, como se demuestra un día sí y otro también por las quejas de las organizaciones agrarias.

Segundo ejemplo: en este periodo de tiempo se han registrado las mayores y más largas oleadas de protestas en el campo en lo que va de siglo, por no extenderme más en el tiempo; los agricultores y ganaderos han estado en las calles y en las carreteras denunciando los graves problemas del sector, mientras Planas se ponía de perfil una y otra vez.

Tercer asunto de gran importancia: la nueva PAC, que debería entrar en vigor a partir de 2023 y la elaboración del Plan Estratégico nacional, que es obligatorio según la normativa comunitaria. Pues bien, hay que hablar del «plan de Planas», porque el ministro ha sido incapaz de lograr el consenso con las Comunidades Autónomas, por más que se empeñe en decir lo contrario una y otra vez. Y, a la vista de que era incapaz de alcanzar ese pacto, Planas tiró por la calle de en medio y envió lo que quiso a Bruselas. Al menos seis Comunidades Autónomas rechazan el contenido del citado documento. ¿Se puede llamar a eso consenso? Este es el triste balance de este cuatrienio, por no hablar de lo que han hecho Teresa Ribera o Alberto Garzón y Planas ha tolerado.