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Análisis

Si los aranceles son tan malos, ¿por qué los ponen?

En 2024 no vivíamos en un mundo de comercio global de cooperación libre, ya vivíamos con enormes aranceles y trabas

Donald Trump y Ursula von der Leyen FRED GUERDINEFE

“Si los aranceles son tan malos, ¿por qué los ponen? Y, si los aranceles los va a pagar el consumidor estadounidense, ¿por qué les importa?” La pregunta retórica del secretario de Estado del Tesoro Scott Bessent a Tucker Carlson revela la enorme contradicción del comercio global. Efectivamente, los aranceles no son una solución ideal, pero es la única alternativa ante un análisis realista del comercio global.

En 2024 no vivíamos en un mundo de comercio global de cooperación libre y espontánea entre empresas de David Ricardo. Vivíamos en un mundo de enormes aranceles y trabas comerciales no arancelarias. Se fueron levantando con dos objetivos: limitar la entrada de productos estadounidenses y, a la vez, crear un marco político que empodera a los gobiernos para eliminar esas trabas a países como Marruecos, China o Turquía, dependiendo de intereses políticos. No partir de esa base lleva a análisis apasionados e injustos sobre los acuerdos cerrados estas semanas. Es más, ignorar las barreras no arancelarias o ponerlas como irrelevantes es, como mínimo, injusto, especialmente en la UE.

En las últimas semanas he leído varios estudios criticando los acuerdos comerciales de Estados Unidos y la aceptación de aranceles compensatorios. Aprovecho para recopilar y contestar a algunos mensajes:

Cuando algunos afirman que las gigantescas barreras regulatorias hay que ponerlas aparte de los aranceles, están cayendo en la trampa de esos estados que hablan de libre comercio mientras lo limitan, y no tiene sentido desde un punto de vista de comercio global. Poner aranceles no es una medida liberal, es una medida realista.

- “Los aranceles son perjudiciales siempre y perjudican a los países que los imponen. Por ello, lo que tiene que hacer Estados Unidos es eliminar todos los aranceles, aunque el resto tenga muchas barreras al comercio”. Me sorprende que ese mismo argumento no se le dé a la UE o a China. ¿Por qué no leo a nadie decir que, ante el anuncio de aranceles de Trump, lo que tienen que hacer es eliminar todas sus barreras comerciales? A veces parece que excusamos el proteccionismo patrio y solo miramos a los demás.

Al considerar que el acuerdo con la UE no es bueno, se parte, sin quererlo, de la base de que los aranceles y barreras comerciales previos eran a) justos y b) sostenibles.

Los acuerdos comerciales de Trump han demostrado que los países han aceptado aranceles por dos razones. Primero, porque se niegan a eliminar sus propias trabas comerciales en su totalidad y, segundo, porque la fantasía de que podrían mantener todas sus barreras y exportar su excedente a otros países era un espejismo. Además, las dos razones demuestran que no había intención alguna de eliminar todas las trabas comerciales y que muchos políticos las valoran más que el libre comercio real.

-“El déficit comercial no importa y se compensa con la balanza de capital”. El déficit comercial por cooperación libre es favorable si es realmente por comercio abierto. El déficit comercial por imposición de barreras regulatorias, legales y arancelarias a los productos de Estados Unidos, no. El déficit comercial de Estados Unidos no tiene nada que ver con la cooperación libre entre empresas según su competitividad.

Estados Unidos no tiene por qué tener superávit comercial, pero no puede tener cualquier déficit comercial. Es más, que se compense con más emisión y compra de deuda del país no significa nada positivo. Es descapitalizar una economía. Cualquiera lo entiende cuando mira a la UE vanagloriarse, con razón, de su superávit comercial. ¿Se imaginan a alguien en la crisis de 2008 decir que el gigantesco déficit comercial de España en esas fechas, casi del 5% del PIB, era maravilloso? ¿No recuerdan ustedes los ríos de tinta sobre el desastroso déficit comercial de nuestro país? ¿Por qué está aterrada la UE ante la posibilidad de reducir su superávit comercial? Porque el déficit comercial de EE. UU. es una subvención a la sobrecapacidad de parte de sus socios y, además, pagando por ello un coste del 4% anual.

- “Los aranceles los va a pagar el consumidor estadounidense” y a la vez “serán devastadores para la economía europea”. No tiene sentido. Si los aranceles los pagase el consumidor estadounidense, ser exportador sería el chollo del siglo. Y, si son pésimos, ¿por qué los ponemos? Decía Von der Leyen: “Los aranceles son impuestos y perjudican a las empresas y consumidores”. De acuerdo. Curiosamente, ese mismo día anunciaba un nuevo impuesto a los ingresos de todas las empresas que operan en la UE. No podemos olvidar que, en la negociación, la mayoría de los estados han tardado más en llegar a un acuerdo por su negativa a eliminar gran parte de sus trabas a las empresas estadounidenses.

- “Las cadenas de suministro son rígidas” es completamente incorrecto, como se ha demostrado en infinidad de ocasiones. Tampoco tienen dos eslabones comprador-vendedor, sino muchos y muy complejos.

- “Los aranceles disparan la inflación” no tiene sentido. Como refleja el principio de imputación de Menger, no son los costes los que dictan los precios finales, sino al revés. Los aranceles no suponen más unidades de moneda en el sistema ni mayor velocidad del dinero. La evidencia empírica es clara: Si los aranceles causaran inflación, China o la UE tendrían altísima inflación.

- “El déficit comercial de Estados Unidos no la ha impedido crecer y ser más rico”. Es afirmar que medidas injustas contra tus empresas son aceptables porque te has adaptado, mientras aplauden el enorme superávit comercial de la Unión Europea como un bastión de su economía.

Los aranceles son como las armas nucleares. Todos queremos paz y sabemos que tener armas nucleares frena a los enemigos y garantiza la paz. Todos queremos libre comercio y sabemos que amenazar con aranceles ha frenado a los proteccionistas estatistas y se han conseguido mejores acuerdos.

Los aranceles son un impuesto a los exportadores que no quieren eliminar sus propias trabas. Los dos términos que Trump entiende del comercio global son sobrecapacidad y capital circulante. Para Estados Unidos, sufragar el exceso de capacidad de los países exportadores y además el coste del déficit comercial no solamente no le ha dado una ventaja en precios, sino que ha supuesto un deterioro. Tras siete meses, los datos de inflación y sus principales componentes le dan toda la razón. Ni los supermercados están vacíos ni han saltado los precios como un resorte.

Los aranceles de Estados Unidos solo pueden criticarse si se hubiera manifestado una voluntad real de eliminar las trabas comerciales por parte de sus socios. Han demostrado lo contrario. Lo que ha demostrado Trump es que lo que querían muchos socios era seguir levantando barreras y vendiendo su excedente de capacidad a Estados Unidos. Eso es mercantilismo.

Un ejemplo de la hipocresía europea es hablar de desastre por el acuerdo comercial con Estados Unidos y callar ante el impuesto a los servicios digitales, las barreras escondidas en la Agenda 2030 o el Pacto Verde. Y si queremos hablar de aranceles, el impuesto al CO2, una de las medidas más regresivas y confiscatorias, o el aumento constante de impuestos al trabajo, al capital y la inversión. Además, no han dicho nada sobre el impuesto a las ventas que propone la Comisión Europea.

A veces parece que lo que molesta en la Unión Europea no son los aranceles, sino que no los recaudaremos nosotros.

La lógica fallida es la siguiente: el déficit comercial no importa, los aranceles son malos y las trabas comerciales son muy dañinas, excepto para mantener nuestro superávit comercial, nuestros aranceles y nuestras trabas comerciales. Además, nuestros países no son los que deben eliminar todos sus aranceles y barreras ante las exigencias de Trump, sino al revés. Pues, mis queridos amigos, no cuela.

Al partir de la base de que 2024 era un sistema justo, se blanquea el proteccionismo europeo y chino. No podemos exigir que Estados Unidos sea el pagafantas del proteccionismo mundial solo porque son ricos y se lo pueden permitir porque así emiten más deuda barata.

Cuando hablamos de comercio global, hay que ser realistas. Los estados no quieren eliminar sus aranceles y Estados Unidos no va a pagarles su exceso de capacidad ni por sus necesidades de capital circulante mientras se imponen regulaciones absurdas contra las empresas estadounidenses.

Yo quiero libre comercio total y cero aranceles. Lo que no soy es tan ingenuo de creer que eso es lo que quieren mis gobernantes y, mucho menos, que lo que tiene que hacer Estados Unidos es tragar con el aumento constante de trabas contra sus empresas.

Efectivamente, la solución es más libre comercio y, cuando tenemos en cuenta las barreras no arancelarias y regulatorias, el comercio mundial es más libre hoy que antes de los acuerdos. Los líderes y expertos europeos no pueden afirmar que la respuesta ante las trabas comerciales es más libre comercio, pero que lo haga otro. No cuela.