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Decidir es seleccionar

La ministra de Defensa, Margarita Robles, en una imagen de archivo / Efe
La ministra de Defensa, Margarita Robles, en una imagen de archivo / Efelarazon

Recurro con frecuencia a una máxima de las escuelas de Estado Mayor y de los cursos y masters sobre liderazgo: «Decidir es seleccionar; seleccionar es renunciar». Pocas veces se decide con un 100% de certeza sobre su éxito. Yo creo que ni cuando uno da el sí frente al altar o en un juzgado civil, por muy enamorado que esté.

Aplaudido por Podemos y por esta demagogia populista que nos envuelve, la ministra de Defensa, Margarita Robles, anunció en una «declaración de intenciones que debe ratificarse en una comisión interministerial» la anulación de la venta de 400 bombas de precisión a Arabia Saudí. Gozo entre los «preocupadísimos» por la situación en Yemen y sobre todo gozo en los fabricantes europeos y norteamericanos del sector. Para los primeros, constituye una virtual «obligación moral»; para los segundos, una oportunidad comercial. Para los compradores, «da igual; al mejor postor, siempre que cumpla las condiciones operativas estipuladas».

Hasta aquí la primera parte de la máxima: se selecciona no vender un pedido de bombas comprometido.

Y aparece la segunda: la selección entraña una renuncia. Y en esta están en juego cinco corbetas por valor de cerca de dos mil millones de euros que daban trabajo durante cinco años a 6.000 familias de la bahía de Cádiz e indirectamente a otras de Ferrol y Cartagena. Imagino que alguien también alegará ahora la guerra de Yemen, cuando otros recordarán que las corbetas las pueden construir en Corea del Sur o en el Reino Unido.

Ahora, se pasará la pelota a la Comisión Interministerial, en la que Comercio tiene peso específico y se tendrá que decidir en un Consejo de Ministros. En el entreacto, viajes, llamadas, abogados, agencias de seguros por un lado; manifestaciones, cortes de carreteras, comparecencias parlamentarias, manifiestos de las oposiciones, descalificaciones, peticiones de dimisión, por otro. Una nueva preocupación, previa quizás a una más de las rectificaciones de este Gobierno. Consiguiente pérdida de tiempos y energías.

La letalidad de las armas no procede de quien las fabrica, sino de quien las emplea, e incluso de quien, por amenaza o por rebelión, provoca su empleo. Aquí entraríamos en el terreno del Derecho Internacional. Pero con los pies en el suelo, tengo claro que si renunciamos a producir bombas, y en consecuencia corbetas para Arabia Saudí, saldrán voluntarios para cubrir nuestra errónea decisión, por los cuatro puntos cardinales.

Mientras, algunos dirán sin tener ni idea de la realidad, que siguen preocupados por la situación en Yemen.