Economía

Más empleo y también más pobreza

El empleo aumenta y nunca han trabajado tantas personas en España, pero al mismo tiempo los bajos salarios y el alza de precios condenan a la pobreza a millones de españoles

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz
Pedro Sánchez y Yolanda Díaz Alberto R Roldán

Confucio (551-479AC), el principal referente de la cultura y la sociedad chinas, influyente también en otras partes del mundo, afirmaba que «en un país bien gobernado, la pobreza es algo que avergüenza. En país mal gobernado, la riqueza es algo que avergüenza».

La pobreza, durante mucho tiempo, ha sido asociada, sobre todo, a la falta de trabajo. Sin embargo, en la España cuya economía va «como un cohete», según Pedro Sánchez, empieza a no estar tan claro, ni mucho menos.

El empleo creció en el mes de octubre en 141.926 personas, según los registros de nuevas afiliaciones a la Seguridad Social. El número de desempleados, al mismo tiempo, asciende a 2,44 millones de personas, también según los datos del SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal), dependiente del ministerio de Trabajo, que dirige la también vicepresidenta Yolanda Díaz, que ha celebrado con cierto entusiasmo esas cifras.

Están en permanente caída desde los altos datos que se alcanzaron en la pandemia, pero todavía lejos del mínimo más reciente, de 1,97 millones en 2007, en tiempos de Rodríguez Zapatero, que recogió los años de bonanza de los gobiernos de Aznar y el último empujón de la «exhuberancia irracional» de los mercados y las economías, como explicaba Alan Greenspan, presidente por entonces de la Reserva Federal americana.

Luego llegarían la Gran Recesión de 2008 y los ajustes inevitables de los años posteriores.

El número de ocupados en España está en máximos históricos, con un total de 22,38 millones, según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE), que preside Elena Manzanera, organismo más o menos dependiente del ministerio de Economía, que ahora dirige Carlos Cuerpo.

Manzarena llegó a la cúpula del INE en tiempos de Nadia Calviño al frente de Economía y que, en el libro que acaba de publicar sin citarla ni una sola vez, expone las diferencias notables que tenía con Yolanda Díaz y con la parte del Gobierno que capitaneaba, tensiones que existieron también cuando Pablo Iglesias se sentaba en el Consejo de Ministros.

Los datos del INE confirman que nunca en España han trabajado tantas personas, aunque persistan las dudas sobre los «fijos discontinuos» con contrato fijo pero sin empleo efectivo y que perciben el subsidio de desempleo.

El panorama podría parecer casi idílico, pero esas cifras ocultan –o no tienen en cuenta– una cara de la moneda más oscura. Hay más personas con empleo que nunca, pero el 11% de los ocupados está en riesgo de pobreza. Ese 11% serían unos 2,4 millones de personas que, unidas a los parados –2,6 millones según la EPA y 2,4 según el SEPE– sumarían unos cinco millones de españoles en situación de pobreza o de semipobreza y, algunos, en la llamada «pobreza extrema». Un escenario, desde luego nada idílico y sin elementos para lanzar las campanas al vuelo, ni para presumir.

El que el 11% de los ocupados esté en riesgo de pobreza y que 2,5 millones de jóvenes vivan «en situación» de precariedad, como apunta el informe Foessa, elaborado por la fundación vinculada a Cáritas, tiene una explicación simple y preocupante. El Salario Mínimo Interprofesional (SMI) es ya casi el más frecuente en España, algo que en lugar de ser un éxito –como apunta Yolanda Díaz– es la constatación de un fracaso.

Los líderes sindicales Unai Sordo y José María Álvarez están muy orgullosos de las sucesivas subidas del SMI, pero si cada vez más trabajadores están en ese entorno salarial es una catástrofe.

Es decir, hay mas personas ocupadas, pero con unos salarios muy bajos, que es una de las diferencias de lo que ocurría en 2007, antes de la Gran Recesión. En definitiva, un país con cada vez más empleos baratos, muy baratos y con escasa productividad.

Todo eso unido, al problema de la vivienda, inaccesible por los bajos ingresos y los altos precios, azuzados por las políticas intervencionistas exigidas por Irene Montero e Ione Belarra, por ejemplo, componen un cóctel muy explosivo.

Hay otros elementos que ponen en solfa el buen momento económico español, que existe en términos macroeconómicos, pero nada más. La tasa de actividad española –relación entre la población activa y los ocupados– es de un 59,30%.

Ha subido en los últimos años, pero sigue lejos de las de Francia o Alemania, por encima del 70%, algo que llevó al economista Santiago Niño Becerra, que a pesar de sus problemas, si le dieran a elegir se quedaría con la situación francesa. No es el peor de los mundos, pero tampoco se puede olvidar que «en un país bien gobernado, la pobreza es algo que avergüenza. En país mal gobernado, la riqueza es algo que avergüenza», como decía Confucio.