Sistema sanitario

¿Qué es el copago? Este es el motivo por el que muchos países lo incorporan en su sistema sanitario

Elegir un seguro de salud implica una decisión clave: una prima mensual más baja a cambio de pequeños pagos por cada consulta, o una cuota fija más alta para olvidarse de gastos imprevistos en el futuro

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La gran disyuntiva al contratar un seguro de salud se reduce, en muchas ocasiones, a una elección fundamental: ¿una prima mensual más baja a cambio de pequeños pagos por cada consulta o un desembolso fijo más elevado que garantice un coste anual totalmente predecible? La respuesta no es universal y depende por completo del perfil y las expectativas de cada persona, marcando la diferencia entre una póliza que se ajusta como un guante y otra que genera más de un quebradero de cabeza.

De hecho, la modalidad con copago está pensada para quienes prevén un uso más bien esporádico de los servicios médicos. Se trata de un perfil de usuario que busca la tranquilidad de tener una cobertura para imprevistos sanitarios sin que ello suponga una carga económica mensual elevada. Para ellos, abonar un pequeño importe cada vez que acuden al especialista es un mal menor frente al ahorro considerable que obtienen en la cuota fija de su seguro.

Por el contrario, para aquellos que anticipan una necesidad recurrente de asistencia, como familias con niños pequeños o pacientes que requieren un seguimiento médico constante, la opción sin copago suele ser la más rentable a largo plazo. Aunque la prima es de mayor cuantía, esta alternativa elimina la incertidumbre de los gastos adicionales, una visión que, tal y como detallan desde Sanitas, ofrece una previsibilidad total sobre el gasto sanitario del año.

Así funciona el mecanismo del copago

En esencia, el copago no es más que una cantidad de dinero que el asegurado abona directamente al utilizar un servicio, ya sea una visita al médico de cabecera o una prueba diagnóstica. El importe no es fijo, sino que depende del servicio utilizado, de la póliza contratada y de la propia compañía aseguradora, por lo que resulta imprescindible analizar las condiciones particulares del contrato.

Asimismo, para evitar que una mala racha de salud dispare la factura final, muchas pólizas incorporan un límite máximo anual de gasto. Una vez que los desembolsos del cliente alcanzan esa cifra, deja de abonar copagos por el resto del año, lo que supone un importante colchón financiero y aporta una gran seguridad.

Finalmente, la liquidación de estos importes suele agruparse en recibos mensuales, aunque algunas aseguradoras ofrecen flexibilidad con facturaciones trimestrales o anuales. Se trata de otro de esos detalles que conviene consultar antes de firmar, garantizando así que la gestión del seguro se adapte por completo a las necesidades y preferencias de cada asegurado.