España

Sánchez, el calendario; Feijóo, los impuestos

El calendario no juega a favor de las aspiraciones del presidente del Gobierno a ocupar un puesto importante en las Instituciones Europeas

Feijóo y Sánchez, durante un cara a cara en el Senado
Feijóo y Sánchez, durante un cara a cara en el SenadoAlberto R. RoldánLa Razón

Han pasado ya unas horas y desconozco si la decisión de Sánchez de adelantar las elecciones generales al 23 de julio ha sido la de un boxeador noqueado por la paliza recibida en las municipales y parte de las autonómicas, según dicen algunos, o se trata de una apuesta táctica y estratégica genialidad de la casa, como defienden otros, o si, por el contrario, se trata de que no había otra solución, como sostiene un tercer grupo. No se cuál de las tres tesis “comprar”. Lo que sí tengo claro es que el calendario no juega a favor de las aspiraciones del presidente del Gobierno a ocupar un puesto importante en las Instituciones Europeas.

Como ya he escrito en más de una ocasión Pedro Sánchez tiene dos grandes obsesiones, el poder y la política internacional, y no se si por este orden. Ocupa el poder en España, lo ejerce, pero teniendo muy claro que su horizonte está fuera, una vez que se haya hecho la agenda de contactos correspondientes. Pues bien: supongamos que Sánchez vuelve a formar Gobierno; en ese caso tendría que estar aquí un año y un par de meses si pretende ocupar un puesto de relevancia en la UE, y esto último dependería de los resultados de las elecciones europeas que se celebrarán en los primeros días de junio de 2024. Y, si es Feijóo el que gana las próximas elecciones, no veo yo a este último proponiendo a Sánchez como candidato para ocupar un cargo europeo en representación de España. Y ya que anda Feijóo por medio, conviene destacar sus promesas de ayer en forma de rebajas de algunos impuestos. No obstante, cabe recordar que en 2011 Rajoy prometió lo mismo y, a la vuelta de las elecciones, no solo no hubo esas bajadas, sino que los sufridos ciudadanos tuvimos que afrontar las subidas más importantes de la democracia y aguantar la risita floja de Cristóbal Montoro mientras explicaba esas medidas por televisión. Vale que la situación era mala, pero lo menos que podían haber hecho era pedir disculpas, pero con la soberbia de la mayoría absoluta no lo consideraron oportuno. ¿Hará lo mismo Feijóo? Para comenzar, y despejar dudas, sería bueno que anunciase a bombo y platillo que no cuenta con Montoro ni con los hermanos Nadal.