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Teodor de Mas, economista, se muestra muy pesimista con la sociedad: “Hace pensar en los años 30 del siglo XX”
El economista Teodor de Mas advierte de una brecha social comparable a la de los años treinta: la clase trabajadora se ha empobrecido un 25% mientras los precios se disparan y los sueldos no suben

El escenario económico actual "hace pensar en los años 30 del siglo XX". La contundente afirmación, pronunciada por el economista Teodor de Mas durante una intervención en el programa Tot es mou, dibuja un paralelismo histórico de gran envergadura para describir la delicada situación que atraviesan las familias trabajadoras. El autor del libro 'Gastar diners' no duda en evocar uno de los periodos de mayor fractura social para advertir sobre las consecuencias de la coyuntura que vivimos.
De hecho, este crudo diagnóstico se sustenta en cifras muy concretas. De Mas calcula que la espiral inflacionista, desatada por las guerras recientes, ha disparado los precios en torno a un 30%. Un alza que no ha encontrado correspondencia alguna en los salarios, provocando una pérdida de poder adquisitivo que el economista estima en un 25% para el conjunto de la clase trabajadora. Se trata de un empobrecimiento generalizado que pone en jaque la estabilidad de miles de hogares.
En este contexto, se consolida una peligrosa dualidad social. Mientras quienes dependen de una nómina ven mermada su capacidad económica, los inversores logran esquivar el golpe. Aquellos que cuentan con un patrimonio y lo mueven en los mercados obtienen rendimientos que no solo les protegen de la inflación, sino que en ocasiones les permiten incrementar su riqueza, ahondando así en la brecha social.
La inversión como única vía para proteger el patrimonio
Por ello, ante este panorama, el autor ofrece una recomendación clara para proteger las finanzas personales y evitar que la devaluación se coma los ahorros. La propuesta pasa por destinar aproximadamente una cuarta parte de los ingresos mensuales al ahorro, pero con una condición indispensable: ese capital debe invertirse para que genere rendimientos y no pierda valor con el inexorable paso del tiempo.
Asimismo, esta brecha económica tiene un reflejo directo en uno de los problemas más acuciantes de la sociedad: las enormes dificultades para acceder a una vivienda en propiedad. Para todos aquellos que no pueden permitirse una hipoteca, las alternativas que plantea el economista son un baño de realidad. Se reducen, en la práctica, a resignarse a vivir de alquiler o a compartir piso como únicas vías posibles para lograr la emancipación.
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