Gobierno de España

Un Gobierno colgado de la propaganda

La tozuda realidad es que bajo las distintas clasificaciones –«trabajadores con disponibilidad limitada», «parados no ocupados», «demandantes de empleo con relación laboral»– se escamotean centenares de miles de españoles que carecen de empleo

Incluso para el actual Gobierno, pagado de sí mismo, empieza a parecer un exceso contraproducente el manejo que hacen sus portavoces de la propaganda oficial. Tanto es así, que la opinión pública, forzada a vivir en el mundo real, carece de puntos de referencia fiables sobre la evolución de la situación económica española, con una acusada desconfianza que retrae el consumo y las inversiones.

Viene a cuento esta reflexión tras conocerse los datos del desempleo referidos a diciembre, presentados desde el Ejecutivo como los mejores desde 2007, justo antes del estallido de la crisis financiera internacional, pero sujetos a una «ingeniería estadística» que, prácticamente, los inutiliza a la hora de evaluar el estado real del mercado laboral. Ciertamente, no es de recibo que desde el Ministerio de Trabajo se afirme que no es posible determinar la cuantía de parados reales acogidos a la figura del «fijo discontinuo», trabajadores que no figuran en las listas del SEPE aunque carezcan de empleo y de salario.

Pero hay más: Las estadísticas más serias, las que elaboran las ETT, cuantifican en 4.411.866 las personas que demandaban un empleo en el mes de diciembre, cifra muy superior a la de 2.837.635 parados que declara el Departamento de Yolanda Díaz, un dato que está convenientemente envuelto en un fárrago burocrático, pero que permite a La Moncloa presumir del éxito de su gestión y, sobre todo, de las mejoras de su reforma laboral.

Pero la tozuda realidad es que bajo las distintas clasificaciones –«trabajadores con disponibilidad limitada», «parados no ocupados», «demandantes de empleo con relación laboral»– se escamotean centenares de miles de españoles que carecen de empleo y se alteran las ratios de la temporalidad. En pocas palabras: se altera la verdad. Vaya por delante que nada nos satisfaría más que el optimismo gubernamental respondiera a los hechos, pero no es así, puesto que diciembre, en términos de contratación, ha sido el peor mes de los últimos diez años, apenas salvado por el mejor comportamiento económico de Madrid y Andalucía.

Con un problema añadido para el Ejecutivo, que se multiplican los números rojos en los indicadores de los distintos sectores productivos, desde la agricultura a la automoción, pasando por la hostelería. En este sentido, es un paradigma que la publicitada bajada del IVA en algunos productos básicos de la cesta de la compra apenas se haya dejado notar en el bolsillo de los consumidores, entre otras razones, porque se ha quedado corta y porque no ataca el verdadero origen del asunto, que son los elevados gastos de producción y la enorme presión fiscal sobre el empleo. Y sin embargo, no escucharán los ciudadanos la menor autocrítica por parte del «mejor Ejecutivo de la democracia», el que nos iba a traer la prosperidad con los fondos europeos.