Editorial

La amnistía también nos dañará en Europa

Lo más grave es la pasividad del servicio diplomático español, la ausencia de directrices por parte de Exteriores, para articular una respuesta digna de ese nombre a la propaganda nacionalista.

BRUSELAS, 04/09/2023.- El eurodiputado de JxCat Carles Puigdemont (i) y la vicepresidenta de España y líder de Sumar, Yolanda Díaz (d), conversan este lunes en Bruselas con el objetivo de recabar el eventual apoyo de JxCat a la investidura de Pedro Sánchez. EFE/ Pablo Garrigós
Yolanda Díaz y Carles Puigdemont Pablo GarrigósAgencia EFE

Lo de menos es que las terminales del separatismo catalán, en muchos casos operando con dinero público, el que pagan todos los españoles con sus impuestos, haya intensificado sus campañas de propaganda con el fin de «internacionalizar el conflicto» y llevar al ánimo de la opinión pública un relato de pueblo sojuzgado por la malvada España. Tampoco que la reunión en el Parlamento Europeo de la vicepresidenta del Gobierno en funciones, Yolanda Díaz, con un fugitivo contra el que la Justicia española lleva batallando años en todos los foros comunitarios, haya dinamitado cualquier argumentación jurídica, al darle carta de naturaleza política. No. Lo más grave es la pasividad del servicio diplomático español, la ausencia de directrices por parte de Exteriores, para articular una respuesta digna de ese nombre a la propaganda nacionalista.

Como hoy publica LA RAZÓN, los funcionarios y técnicos españoles que trabajan en las instituciones europeas no saben a qué atenerse ni qué argumentar, conscientes de la dificultad de que en las cancillerías europeas acierten a la hora de distinguir entre la Yolanda Díaz, miembro destacado del Gobierno de Pedro Sánchez, que ejerce la presidencia rotatoria de la UE, y la Yolanda Díaz, líder de una coalición de extrema izquierda conformada por una docena larga de partidos políticos.

Más aún, si como es notorio, el propio Carles Puigdemont está vendiendo a todo aquel que le quiere oír que Díaz se reunió con él en calidad de enviada especial del Ejecutivo español. Ya sólo faltaría que Sánchez tenga que cumplir la exigencia trasladada por la presidenta del Parlamento autónomo catalán, Anna Erra, militante de Junts, –en el sentido de que si quiere continuar en La Moncloa tendrá que sentarse a hablar personalmente con Puigdemont– para que la posición exterior de España quede seriamente comprometida.

Por supuesto, poco podemos esperar del Ministerio de Asuntos Exteriores, maniatado por la negociación del jefe del Gobierno con las formaciones secesionistas, al menos, hasta que la situación haga crisis en uno u otro sentido. De ahí, que sea de especial importancia que los partidos de la oposición, que cuentan con una notable representación en la Eurocámara y se integran en el grupo mayoritario, como es el caso del PP, den la batalla por la realidad de la democracia española, la legitimidad de sus leyes y la defensa de la igualdad, la libertad y la soberanía que no está librando el Gobierno de la nación.

Y con todos los medios a su alcance, que no son pocos, como ha podido demostrarse a lo largo de estos últimos años, en los que el «procés» quedó acotado ante las instituciones europeas a su exacta, y pequeña, dimensión. Contamos, por lo menos, con la terrible experiencia vivida por nuestros vecinos a costa del horror que trajo el nacionalismo a Europa.