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Editorial

Chivite se «bunkeriza», pero tampoco servirá

La Justicia, aunque lenta, siempre llega y es implacable. Debe serlo con quienes atentan contra la democracia y la convivencia

María Chivite: "Dije caiga quien caiga y estoy cumpliendo" EUROPAPRESS

Hablábamos ayer de que cada jornada es peor que la anterior para el sanchismo. La escandalera no da tregua porque con cada acto que sale a la luz pública constatamos que la corrupción con este Gobierno y el PSOE ha sido un fenómeno viral. El relato del fango, la fachosfera y los pseudomedios saltó por los aires y no hay forma de que Moncloa y Ferraz armen uno más o menos presentable, o al menos mínimamente eficiente, para navegar entre tanta indignidad. Navarra ha sido la penúltima barrabasada con la administración Chivite en medio del huracán y decenas de millones de euros en adjudicaciones de obra pública bajo sospecha. El informe de la UCO ha puesto el foco en una red que gravitaba en torno a la empresa Servinabar, una de las adjudicatarias de los túneles de Belate y de la que, según la investigación de la Guardia Civil, Santos Cerdán es propietario al 45%. De remate, Ramón Alzórriz, mano derecha de la presidenta de la Comunidad, dimitió el miércoles como portavoz parlamentario y vicesecretario general del PSN porque su pareja había trabajado entre 2021 y 2024 en Servinabar. A medida que se profundiza en esa viscosa tela de araña de las concesiones millonarias afloran las irregularidades y se amontonan las preguntas sin respuesta en un negocio oscuro con aspecto y alcance de pelotazo. Anda de por medio también el consejero Óscar Chivite, tío de la presidenta de Navarra, con vínculos empresariales poco tranquilizadores. Cualquier demócrata habría presentado su renuncia ante la acumulación de documentos y testimonios que cuestionan con rotundidad la limpieza de la administración de Chivite y de los socialistas navarros. Es muy poco creíble que personas con las relaciones tan estrechas como todos los implicados en esta trama navarra del «caso Koldo, Ábalos o Cerdán» no se hubiera enterado de nada. Pero es que no hablamos de demócratas, sino de sanchistas. Por eso, Chivite tiró del manual de resistencia del presidente del Gobierno para proceder a atrincherarse, negar todo conocimiento de las andanzas del que era su amigo ni de la vida laboral tan peculiar de la pareja de su mano derecha. A continuación, apelar a la transparencia, toda clase de auditorías y las comisiones de investigación que sean necesarias. Le faltó para llegar hasta la última línea del guion que todo esto era una anécdota, como dijo Pedro Sánchez en el Congreso. Queda claro que la defensa consiste ya en «bunkerizarse» en Madrid, Pamplona y siguientes. La supervivencia política por encima de la democracia, el interés personal por delante y a costa de los ciudadanos. Nos queda patente que Chivite es una devota creyente. Todos ellos piensan que el tiempo juega a su favor y es posible. Pero estamos convencidos de que la Justicia, aunque lenta, siempre llega y es implacable. Debe serlo con quienes atentan contra la democracia y la convivencia.