Editorial
El cierre imposible de una crisis de fondo
No es con excusas de mal pagador y evasión de las responsabilidades como el PSOE puede recuperar la confianza entre sus simpatizantes y simples votantes, sino dándole la voz al pueblo en unas elecciones anticipadas.
Si el presidente del Gobierno y secretario general del Partido Socialista, Pedro Sánchez, piensa que con el Comité Federal celebrado ayer puede dar por cerrada la crisis interna que atenaza a la formación se equivoca de pleno. El PSOE está abierto en canal y cualquier información, por anónima y sin investigar que sea, que tenga que ver con la conducta de uno cualquiera de sus dirigentes provoca reflejos defensivos que sólo pueden atribuirse al miedo y a la desconfianza.
Ha sido el caso de Francisco Salazar, otro de los hombres de confianza del inquilino de La Moncloa, con puesto de secretario general de Presidencia, al que se había propuesto como adjunto a la nueva secretaria de Organización, Rebeca Torró, que ha renunciado a todos sus cargos al ser denunciado, insistimos, anónimamente por acoso sexual y sobre quien el PSOE abrirá una investigación, se afirma desde el partido, en los próximos días.
Lo de menos, por supuesto, en el desprecio a la presunción de inocencia, una de las bases sobre las que se asienta la libertad individual en los sistemas democráticos, porque lo destacable es esa sensación a la que nos referíamos al principio de hallarnos ante una formación que se anega en la desconfianza y en la que los llamamientos al «cierre de filas» buscan un tinte cosmético, por más que se disfrace de hostilidad a la disidencia, como en el caso de Emiliano García-Page, que, dicho sea de paso, no hizo más que plantear lo que todo el mundo sabe, que el futuro del partido está en grave riesgo y ya no basta con tender una muralla de cabezas cortadas entre la opinión pública y la Secretaría General socialista ni entre los votantes y la Presidencia del Gobierno.
De ahí, que dudemos también de la eficacia de uno de los discursos más victimistas de Pedro Sánchez, si es que eso es posible, con el relato de un pobre Gobierno acosado por una supuesta coalición ultraderechista que «tiene dinero, medios y poder» como si el Boletín Oficial del Estado y los recursos públicos que de él dimanan fueran una menudencia contra un mundo de poderosos desalmados a quienes nunca se nombra, más allá de que mantenga como fachada al Partido Popular.
No es, sin embargo, lo que percibe la mayoría de los ciudadanos, a tenor de la inmensa mayoría de las encuestas, atónita ante el espectáculo diario de los juzgados, la jactancia de unos socios de investidura afilando las facturas por cada voto y la caída general de la calidad de los servicios en la España con la mayor presión fiscal de su historia. No es con excusas de mal pagador y evasión de las responsabilidades como el PSOE puede recuperar la confianza entre sus simpatizantes y simples votantes, sino dándole la voz al pueblo en unas elecciones anticipadas. Al menos, los españoles acudirían a las urnas con el conocimiento cabal de las políticas de Pedro Sánchez.