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Editorial

Si Europa dice rearme, quiere decir rearme...

Todo indica que se acaba el tiempo de las buenas palabras, la propaganda y el postureo contra el trumpismo y que estamos en la hora de la acción.

Real Cuerpo de Artillería español La Razón

Nuestros socios en la Unión Europea, con la excepción de Hungría, han llegado a la conclusión de que la defensa continental frente a una Rusia con indubitables ansias de expansión no puede dejarse al albur de quien ocupe la Casa Blanca y, en consecuencia, han decidido que ha llegado la hora de hacer un esfuerzo presupuestario y rearmarse. Y cuando Bruselas dice rearmarse, dice exactamente eso, rearmarse con el acopio de municiones de artillería, misiles antiaéreos y nuevas generaciones de drones, que son la triada sobre la que se basa la actual guerra de Ucrania.

No se trata de revelar secretos militares, pero podemos afirmar que los polvorines de los ejércitos europeos, incluido el español, están al límite de sus existencias y es imprescindible reponerlos, dado que, a diferencia de Moscú, no tenemos una Corea del Norte a mano para que nos reponga los materiales generosamente enviados al frente de batalla. En muchos casos, son sistemas de armas que no se improvisan y, en otros, nos encontramos con una industria que ha visto reducirse la capacidad de producción y que tardará en ponerse de nuevo al máximo rendimiento.

Esto es así y, desafortunadamente para el Gobierno español, no hay «relato» que pueda enmascarar la realidad ni eufemismos que edulcoren el problema. Ya pueden los imaginativos equipos de los 22 ministerios que componen el Ejecutivo ponerse a buscar subterfugios que no parece probable que Bruselas acepte como parte del incremento del gasto militar las reservas de medicamentos o los sueldos, bajos, de guardias civiles y policías nacionales, por poner dos ejemplos de las cortinas de humo gubernamentales. Se nos convida, pues, a un rearme de nuestras Fuerzas Armadas en consonancia con la experiencia de la guerra ucraniana y todo indica que se acaba el tiempo de las buenas palabras, la propaganda y el postureo contra el trumpismo y que estamos en la hora de la acción.

Por supuesto, entendemos los problemas políticos y de financiación que arrastra el Gobierno que preside Pedro Sánchez, sin proyecto de Presupuestos a la vista y con sus socios de gabinete votando a favor de la salida de España de la OTAN, pero no hay más responsable de esta situación que el propio líder socialista, que, perdidas las elecciones, armó un gobierno con la extrema izquierda y apoyado por unos partidos nacionalistas no muy inclinados a reforzar a los ejércitos de la Nación, cuando no más cercanos a Putin que a Bruselas.

Aun así, el jefe del Ejecutivo no ha tenido el menor inconveniente en ponerse a la cabeza de la manifestación beligerante europea, hasta que los hechos han desmontado el discurso. Y dado que no parece posible que vaya a convencer a sus socios, quedan dos posibilidades: o pactar con el PP los Presupuestos hasta el final de la legislatura o llamar a los ciudadanos a las urnas.