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Editorial

La industria militar, ante el rearme español

De ahí que no sea especialmente halagüeña la falta de unidad interna del Gobierno, con unos socios de Gabinete de extrema izquierda que no ocultan su rechazo a la política de rearme anunciada por Sánchez.

En la feria se mostrarán muchas tecnologías y sistemas de armas para el blindado 8x8 «Dragón» del Ejército de Tierra Indra

España es el noveno exportador mundial de armamento y equipos de uso militar y su industria de defensa cuenta con algunas firmas tecnológicamente más avanzadas en campos tan determinantes como la vigilancia electrónica del espacio aéreo, la integración de sistemas de control de tiro de medios blindados o el diseño de buques polivalentes de última generación, como las fragatas y corbetas vendidas recientemente a Arabia Saudí. Entre 2020 y 2024, las ventas exteriores se han incrementado un 30 por ciento con respecto al periodo 2015-2019 y las previsiones de negocio se mantienen al alza como consecuencia de las políticas de rearme demandadas por la OTAN e impulsadas por la Unión Europea en respuesta a la actitud agresiva de potencias como China y Rusia, la primera proyectando su estrategia sobre sus vecinos ribereños del Pacífico y Taiwán; la segunda, tratando de recuperar territorios e influencia perdidos tras la caída de la Unión Soviética.

Desde esta perspectiva es lógico que las grandes empresas del sector anuncien nuevas inversiones para incrementar sus líneas de producción e, incluso, que se negocien acuerdos de colaboración y de fusión para conseguir mayor peso específico en un campo con mucha competencia y el que operan, por fuerza, fuertes intereses nacionales, muchas veces, por encima de la calidad o adecuación de los sistemas de armamento en cuestión.

Con ello queremos señalar la enorme influencia de la acción política de los distintos gobiernos en la actividad de las industrias de defensa, tanto por su papel preponderante como principal cliente, como por la potestad de controlar los permisos de exportación de acuerdo al destino final de las distintas producciones. De ahí que no sea especialmente halagüeña la falta de unidad interna del Gobierno, con unos socios de Gabinete de extrema izquierda que no ocultan su rechazo a la política de rearme anunciada por el presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, que tampoco cuenta con el respaldo entusiasta de parte de sus socios parlamentarios.

Si, además, se le suma una acción exterior marcada por los equilibrios inestables que sostienen al inquilino de La Moncloa, como es el caso de la absurda confrontación con Israel, poseedor de una de las industrias de defensa más punteras, con las que España mantiene –o, al menos, mantenía– ventajosos acuerdos de colaboración y de transferencia tecnológica, se entenderá el riesgo cierto de que la industria española pierda muchas de las oportunidades que ofrece el necesario rearme europeo, lastrado por una izquierda que ha reencontrado en el viejo pacifismo de la Guerra Fría otra bandera que enarbolar ante los electores. No es posible afrontar una estrategia global de rearme, que incluye a la industria del ramo, sin una política de Estado y sin los preceptivos Presupuestos Generales.