Editorial

El lastre ideológico de la política energética

Nada tenemos contra las energías renovables, mucho menos las mismas compañías eléctricas que más han invertido en ese campo, pero somos conscientes de que mientras no se puedan almacenar el sol y el viento, habrá que operar con otras fuentes de respaldo.

El presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, interviniendo en la inauguración de la nueva planta de Wallbox, a 20 de abril de 2022, en Barcelona
El presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez GalánDavid ZorrakinoEuropa Press

Hay pocos aspectos en la gestión política del Gobierno que no estén condicionados por una concepción ideológica de izquierdas, incluso, cuando la experiencia acumulada, como en el caso de la vivienda, ha certificado lo erróneo del planteamiento. Ocurre, también, con el sector eléctrico, uno de los más regulados del mercado y, por lo tanto, en el que la fijación de precios al consumidor no suele responder al mecanismo de la oferta y la demanda.

Ahora bien, cabría esperar del regulador, es decir, del Gobierno, que admitiera, al menos, una corresponsabilidad en los fallos de un servicio público esencial, como es el suministro eléctrico, en lugar de descargar sobre quienes carecen de la potestad para decidir qué fuentes de energía y en qué proporción vierten a la red de distribución que, por cierto, maneja en exclusiva una empresa semipública como Red Eléctrica, cuyos principales directivos son de elección por el Ejecutivo. Si, además, se deslizan insinuaciones y juicios de intenciones sobre unas empresas que, como Iberdrola, llevan décadas apostando dentro y fuera de nuestras fronteras por las energías renovables y que se encuentran entre las primeras del mundo en este campo se entenderá que crezca la desconfianza en una opinión pública que ha sufrido por primera vez en la historia un apagón masivo, de ignotas causas a tenor de las declaraciones gubernamentales, precisamente, cuando desde La Moncloa se presumía de la velocidad e intensidad con que se estaba aplicando el nuevo modelo eco-sostenible de generación eléctrica.

Vaya por delante, por supuesto, que entendemos la circunspección de unas empresas de la Energía que dependen para su funcionamiento y obtención de legítimos beneficios del arbitrio del gobierno más que de las dinámicas de los mercados. De ahí que nos parezca significativa la intervención de Ignacio Galán en la junta general de accionistas de Iberdrola, cuando señaló la responsabilidad de Red Eléctrica, destacó la profesionalidad y rápida reacción de las empresas energéticas a la hora de recuperar el suministro eléctrico y reclamó raciocinio y cordura en el desarrollo de las políticas energéticas en España.

Comenzando por la reivindicación de la energía nuclear como fuente de generación fiable, ágil y sin emisiones de efecto invernadero, que debe formar parte del mix eléctrico, aunque, eso sí, sin la actual presión fiscal confiscatoria sobre los costes de producción, que no tienen otra justificación de ser que la mera ideología ni otro objetivo que facilitar el cierre antes de 2030 de los reactores en funcionamiento. Nada tenemos contra las energías renovables, mucho menos las mismas compañías eléctricas que más han invertido en ese campo, pero somos conscientes de que mientras no se puedan almacenar el sol y el viento, habrá que operar con otras fuentes de respaldo. O volver al apagón.