Editorial

Un líder cercado ante el futuro del PSOE

La única solución válida a la crisis socialista, el adelanto electoral y la renuncia a la Secretaría General, vendrá desde quienes en el seno del partido consideran que otra política más acorde a la realidad social española es posible.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, esta tarde
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, esta tardeDaniel GonzalezAgencia EFE

El que fuera uno de los dirigentes más caracterizados del socialismo madrileño, Juan Lobato, víctima política de las maquinaciones de una Ejecutiva socialista en la que tuvieron mano fuerte José Luis Ábalos y Santos Cerdán, que dimitió de su cargo como portavoz en la Asamblea y como secretario general del partido en Madrid, sostiene que es imprescindible que el PSOE afronte un Comité Federal «real», en el que todos puedan expresar su opinión libremente y, a continuación, convocar un Congreso Extraordinario para dar voz a la militancia. Y sentencia que un partido fuerte es aquel que permite la diversidad de opiniones y la fiscalización interna, y «que no sólo debe fiscalizar a la oposición; el propio partido tiene que supervisar el trabajo de sus gobiernos», porque la autocrítica y la pluralidad «no son un signo de debilidad, sino de fortaleza».

O dicho de otra forma, el futuro del PSOE no puede estar unido a la suerte de un único líder acorralado, para el que cualquier discrepancia se entiende como una deslealtad y sólo cuenta la sumisión acrítica a las consignas del mando. No es la de Lobato la única voz socialista que reclama un cambio de liderazgo en el partido y un adelanto electoral, pero sí es una de las más autorizadas porque la avala una trayectoria política impecable, en la que siempre ha primado el respeto a las reglas del juego, incluso cuando «le iba la cabeza en ello».

Sin embargo, con el presidente del Gobierno y secretario general socialista recluido con su círculo de confianza –del que han ido desapareciendo muchos de sus incondicionales de primera hora–, y dispuesto a mantener la ficción de que nada del escándalo de Koldo y compañeros va con él o con su Ejecutivo, no parece que esté próximo un cambio en el seno del partido que desemboque en la imprescindible catarsis interna. No importa la gravedad de las conductas que revelan los informes de la UCO ni la palmaria incoherencia de quien exigía a Rajoy con grandes gestos de indignación las mismas renuncias que él no está dispuesto a hacer, como si fuera de mejor condición que cualquier otro ciudadano español, porque su voluntad expresada sin ambages es permanecer en el poder hasta agotar la legislatura y volverse a postular como candidato en las generales y como líder máximo del partido.

Suponiendo que para esas fechas, con las municipales y las autonómicas ya celebradas, quede algo del PSOE que merezca la pena salvar. La única solución válida a la crisis socialista, el adelanto electoral y la renuncia a la Secretaría General, no vendrá desde quienes han unido su futuro al del presidente del Gobierno sin que importe lo más mínimo el deterioro de su buen nombre y el futuro de los intereses de España, vendrá desde quienes en el seno del partido consideran que otra política más acorde a la realidad social española es posible.