Editorial

La obligada unión del voto constitucionalista

Lo cierto es que el próximo domingo, en Galicia, está en juego la victoria del modelo autonómico constitucional, frente a un nacionalismo radical, que pretende la ruptura de los lazos con el resto de los españoles.

Alfonso Rueda, hoy, en San Blas.
Alfonso Rueda, hoy, en San Blas.Cedida

No parecen estar muy equivocados quienes desde el socialismo gallego consideran que en Ferraz han tirado la toalla y sólo confían en un buen resultado de la izquierda separatista radical que permita al PSOE hacer de socio menor en el gobierno de la Xunta, aunque suponga extender a Galicia el arquetipo del nacionalismo excluyente del País Vasco y Cataluña, eso sí, con toques de resabio marxista.

Y, por supuesto, no conviene dejarse engañar por el bajo perfil de la campaña del BNG, un bloque en permanente sintonía con Bildu, porque ni la candidata, Ana Pontón, ni la dirección coaligada han renunciado a su programa de máximos por más gestos calculados –como ausentarse en la foto con los proetarras para la presentación de la candidatura europea conjunta–, que hayan puesto en práctica de cara a la galería.

Lo cierto es que el próximo domingo, en Galicia, está en juego la victoria del modelo autonómico constitucional, que en tierras gallegas se ha mostrado sobradamente como ejemplo de convivencia e integración social, frente a un nacionalismo radical, que pretende la ruptura de los lazos con el resto de los españoles. Que desde el PSOE se admita paladinamente que se apoyará a un partido que rechaza el mandato constitucional explica, sin duda, la caída de las expectativas de voto de los socialistas gallegos, pero, también, el empeño de la propaganda gubernamental en vincular a Núñez Feijóo con Carles Puigdemont –con el equipo de «opinión sincronizada» de La Moncloa trabajando enfervorizadamente– para reforzar las posiciones de Vox.

Se trata de una maniobra clásica de manipulación política que cifra su éxito en que el Partido Popular se quede al borde de la mayoría absoluta y parte del hecho de que, en las últimas elecciones generales, la formación de Santiago Abascal obtuvo cerca de 80.000 votos en las cuatro circunscripciones gallegas, alrededor del 5 por ciento de los sufragios, que extrapolados, bastarían para amenazar la mayoría necesaria.

De ahí, que consideremos del todo imperativo hacer un llamamiento a la agrupación del voto de centro derecha, constitucionalista, en torno al candidato popular, Alfonso Rueda, como la única vía para conjurar la amenaza de un gobierno nacionalista radical en el que, no hay que llamarse a engaño, los socialistas actuarían de mera comparsa. No es sólo el riesgo cierto de que Galicia se deslice por las políticas identitarias que buscan ahormar una sociedad plural en más que razonable armonía a una ideología determinada y excluyente, sino el cambio hacia un modelo de dirigismo económico, fiscalmente nocivo para el desarrollo empresarial, que está en el adn de una coalición como el BNG, que se reconoce en el ideario marxista de la Unión do Povo Galego, por cierto, de la que procede la candidata Ana Pontón.