Editorial
El ruido de fondo no ayuda a Núñez Feijóo
El adelanto congresual debe servir para reforzar sus posiciones políticas y afinar sus equipos de dirección ante la posibilidad nada remota de que Sánchez repita jugada o, como ya hemos señalado, se vea obligado a ello.
El adelanto del congreso del Partido Popular responde correctamente a una necesidad estratégica, la de articular una respuesta eficaz a la situación de inestabilidad institucional y política que vive España, con un Gobierno cercado por numerosos escándalos de corrupción, la mayoría en vía judicial; maniatado en la gestión por las exigencias encontradas de unos socios de investidura con agenda propia y que aquilatan al peso sus apoyos, y con crecientes resistencias internas por parte del sector podemita del Consejo de Ministros, que busca recuperar las posiciones perdidas tras la fallida operación de Sumar.
Circunstancias que no sólo impiden la normal gobernanza, puesto que vamos a un nuevo ejercicio sin Presupuestos Generales, sino que hacen previsible un final abrupto de legislatura, ya sea por desafección de los apoyos parlamentarios, ya sea por cálculo tacticista del inquilino de La Moncloa, como ya ocurrió con la convocatoria electoral adelantada de julio de 2023 que pilló por sorpresa a una oposición que acababa de obtener excelentes resultados en los comicios locales y autonómicos. La victoria insuficiente del candidato popular, que sacó 16 escaños al candidato socialista –17, si contamos el paso al grupo mixto del diputado José Luis Ábalos– permite conjeturar que la maniobra llevada a cabo por Pedro Sánchez evitó un mayor descalabro al PSOE.
De ahí, que le asista mucha razón al presidente popular, Alberto Núñez Feijóo, cuando afirma que no van a sorprender otra vez al partido y explica que el adelanto congresual debe servir para reforzar sus posiciones políticas y afinar sus equipos de dirección ante la posibilidad nada remota de que Sánchez repita jugada o, como ya hemos señalado, se vea obligado a ello.
Ahora bien, había un riesgo en el adelanto del congreso, que suponemos bien calculado, por cuanto se van a producir necesariamente cambios internos en el partido, ajustes de la estructura de dirección e, incluso, reformas de los estatutos que, sin duda, pueden sembrar inquietudes internas, legítimas, pero que, no hay que dudarlo, serán rápidamente aprovechadas por las izquierdas en el Gobierno y, también, por la competencia directa de Vox para poner en duda la unidad de los populares y el apoyo al candidato a la presidencia del Gobierno. Ya hemos visto los primeros intentos en la propia sede del Congreso, como ejercicio de alivio para no enfrentarse a las incómodas novedades que atribulan al líder socialista.
El problema es que es muy difícil ocultar que existe un «ruido de fondo» en torno a la celebración del congreso, con el intento de crear polémicas artificiales, como la reforma del modelo de primarias y otros asuntos más personalistas, que nada tienen que ver con el fin buscado, que es el de reforzar el espacio político del PP y presentar una diáfana alternativa de gobierno que llegue a la mayor parte de la sociedad española.