Elecciones Galicia

Ana Pontón o el renacer del viejo ideal nacionalista

Después de superar hace una década una crisis que casi se lleva por delante al Bloque, la líder nacionalista comparece a estas elecciones como la candidata más joven pero también como la que más veces se ha presentado: esta será su particular tercera vuelta

Pontón, en un acto con militantes y simpatizantes.
Pontón, en un acto con militantes y simpatizantes. Redes sociales

Todo en la vida política de Ana Pontón (Sarria, Lugo, 1977) ha ido rápido; muy rápido. Tanto como para permitirle, a sus 46 años, ser la más joven de los candidatos entre las principales fuerzas políticas que comparecen a las próximas elecciones autonómicas. Y tanto, también, como para que la vida le ofrezca ya su tercera oportunidad para aspirar a la Presidencia de la Xunta.

Pero que haya ido rápido no significa que haya sido fácil. Ni mucho menos. Nacionalista convencida desde la cuna, Pontón heredó un partido fragmentado, dividido e inmerso en aquella gran depresión que se llevó al histórico Xosé Manuel Beiras a Anova dejando huérfano de ideas y de figuras políticas relevantes al nacionalismo gallego.

Y justo ahí, en el peor escenario posible, cuando los más pesimistas auguraban una lenta y agónica desaparición del Bloque, apareció ella, rostro amable con mensaje contundente, el mismo que ha practicado desde su juventud, cuando ya con 16 años militaba en Galiza Nova, organización juvenil del BNG.

Ese fue el comienzo de un ascenso meteórico: con 21 años ya era la número dos de los jóvenes nacionalistas; con 27 entraba en el Parlamento de Galicia; y con 39 afrontaba su primer asalto a la Xunta tras ser nombrada portavoz nacional del BNG. En esos comicios, los nacionalistas obtuvieron 6 diputados después de una campaña en la que algunos sondeos llegaron a poner en duda su presencia en el Parlamento.

Su particular tercera vuelta

Hoy, Ana Pontón encara su particular tercera vuelta como líder de la oposición, con 19 escaños frente a los 14 del PSOE, y con presencia también en el Congreso de los Diputados. Un marco, el de Madrid, donde ha sellado algunas de sus alianzas más polémicas, como la confluencia con Bildu y con Esquerra en las elecciones al Parlamento europeo.

Alianza que ha llevado a los nacionalistas, hace apenas diez días, a participar en Bilbao en una marcha convocada a favor de los presos de ETA y por la que le han llovido numerosas críticas que no parecen afectarle a Pontón, convencida como está de su ideario. El de una mujer cuya trayectoria la sitúa como la gran esperanza en el renacer del viejo ideal nacionalista: gobernar Galicia.

Para ello, por supuesto, deberán, primero, consolidar esa tendencia que los situó hace cuatro años por encima del PSOE, y alcanzar, después, el número de escaños suficientes entre toda la izquierda que concurre.

Un marco para el que Pontón se ha venido preparando, moldeando una imagen más amable, más cercana, alejada de aquella juventud tan combativa. Sus ideas, por supuesto, no han cambiado, pero sí la forma en la que lleva a cabo su defensa, a medio camino entre la reivindicación y la amabilidad, entre dar la mano y recogerla, entre exigir y tratar de comprender.

Tal vez en todo este proceso haya influido, también, su maternidad. Pontón fue madre por primera vez en enero de 2020. Un estado vital que encabeza su perfil de la extinta Twitter, ahora X: ‘Madre de Icía’. Después, los cargos: ‘Portavoz nacional del BNG y candidata a la Presidencia de la Xunta’. Y por último, el ideal: ‘Amor y confianza en Galicia’.